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Un detallista, intuitivo y curioso Pedro Aznar vive con alegría el trabajo con el que soñó de niño y que responde a una pasión personal que si bien reclama dedicación también le da beneficios.
“Surge espontáneamente y no me quejo, aunque requiere disciplina horaria y ser organizado. Siempre dejo lugar para mi familia, amigos y hacer loque amo”, dijo a EL UNIVERSAL.
Con una mentalidad humilde, el argentino confiesa no olvidar sus fobias, pues todos tenemos un lado oscuro. “En algún momento fue la necesidad de soltar un poco ese detallismo y dejarme ser más espontáneo y salvaje”.
Por tercer año consecutivo vendrá a México (Lunario del Auditorio Nacionalel) el 4 y 6 de noviembre. “No hay un México sino mil Méxicos y siento que todavía me falta conocer 995. Felizmente la relación con el públicose ha ido haciendo más fluida”, expresó.
Siempre apoyas causas sociales, ¿es fundamental para un artista?
Somos comunicadores, generadores y recirculadores de cultura, le ponemos focos encima a un tema y hacemos énfasis en determinadas cosas; es importante hablar sobre lo que nos importa a todos o lo que se debe mejorar.
¿El mensaje llega más fácil por medio de la música?
Es cierto aunque también creo que el arte tiene un valor agregado que es llegar directamente al corazón de las personas con la belleza, la profundidad y la emoción; es mucho más factible que se realicen cambios. El discurso es a penas un panfleto o información.
Pero también pueden surgir varias interpretaciones, ¿te ha pasado?
No me pasa porque sé a quién se lo escribí (ríe). Lo que hace el escritor es proponer una mirada y quien completa la obra es el oyente. Está bien que cada uno ponga ahí dentro lo que lo conecte con su propia vida porque eso demuestra que hay involucramiento.
Fuiste parte de Pat Metheny Group, ¿qué piensas de los dichos de Donald Trump sobre México?
El hecho de que haya tocado en Estados Unidos no me convierte de ninguna manera en un asociado de ningún energúmeno como Trump, soy contrario a su pensamiento y me parece despreciable ese tipo de ideología.
Desde chico eras parte de una agrupación, ¿cómo cambió tu vida?
Implica el desafío de la mirada constante, una cierta responsabilidad y un estado de ser una persona pública que tiene sus cargas pero también sus alegrías. Si me lo tomara para vanagloriarme creo que estaría perdiendo el respeto, lo que hago me emociona y emociona al que lo escucha, pasa a través mio pero no me pertenece necesariamente. Confundirse con eso es uno de los más graves y tontos problemas que tenemos que enfrentar los músicos.
¿Te importa lo se dice de ti?
A la hora de crear no porque me estaría dejando influir. No leo las críticas porque me he llevado desencantos: cosas donde la información estaba equivocada o entendieron todo al revés. En cuanto a lo que digan de mi tampoco me preocupa porque aprendí que uno no le puede gustar a todo el mundo.
Serú Girán fue parteaguas...
Fue una iniciación de fuego. Me sumé al grupo con 18 años y me desarrollécomo músico, aprendí cosas que no podría en ningún otro lugar. Cuando se forma ellos (Charly García, David Lebón y Oscar Moro) eran músicos consagrados y me llevaban casi diez años de carrera, pero salimos avante.
¿Te imponía mostrar tus composiciones a tus compañeros?
Era una saludable relación entre los tres compositores; nos desafiábamos todo el tiempo, jugábamos a sorprendernos y creo que eso nos hizo extender nuestros límites, apropiarlos y llegar a lugares cada vez mejores. Salimos todos muy enriquecidos, tal vez yo más que ninguno por mi juventud.
Cuéntame sobre tu nuevo disco...
Lo estoy averiguando yo mismo porque estoy en la mitad del proceso de composición, pero seguirá las características de Ahora, que es mayormente eléctrico. Solía empezar por la música y después venían las letras, hoy trabajo de manera inversa. Siempre sentí que lo que escribía tenía que emocionarme a mi primero y eso se hizo práctica.