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cristina.pineda@eluniversal.com.mx
Julio Iglesias sabe que su vida puede ser contemplada a partir del éxito y el reconocimiento que lo han convertido en uno de los artistas latinos más importantes. Pero es esa misma razón la que, argumenta, le dificulta hablar sobre los problemas de México, incluyendo los normalistas de Ayotzinapa.
“Estoy al tanto de lo que está pasando en estos momentos en México, del aniversario de la muerte de los 43 chiquillos. Y estoy pensando en sus familias, en cómo reacciona una mamá o un papá ante la muerte de un hijo. Sé lo complejo que es la solución, pero hay que solucionarlo, se debe solucionar y se va a solucionar”.
Como amante de la cultura y el arte, Julio dice que prefiere hablar de las cosas buenas de nuestro país, como el crecimiento del que ha sido testigo y el hecho de que su literatura, pintura y música son ejemplo internacional.
“Hablar de nuestros países en general y de la violencia o los problemas atrae a la prensa universal. A veces me siento periodista, soy nieto de un periodista y creo lo tengo en alma. Las crisis suceden ancestralmente, la violencia exactamente igual pero, si me preguntan por México, es creciente”.
“La violencia la hay en todos los sitios y por supuesto que hay que corregirlo; tienen instituciones y un gobierno democráticamente elegido por ustedes y debe encargarse de solucionar los problemas”.
Se refirió luego a lo que él mismo ha vivido como embajador de la ONU: “La muerte de 8 mil niños en países subdesarrollados por no tener agua potable es la mayor violencia”.
Festejo. Fue México el país que el español eligió para celebrar ayer su cumpleaños número 72 y presentar su último disco. Con una mano en el corazón y una sonrisa recibió al mariachi que le cantó “Las mañanitas” y por momentos él también cantó y hasta bailó antes de hacer una confesión:
“Mi álbum México es el último disco de estudio que hago en mi vida. La razón es sencillísima, el estudio es muy complicado para el artista, sobre todo al que le gusta estar desde el primer momento del nacimiento hasta el parto. Es trabajoso, inseguro, encerrado y es un año y medio”, expresó en conferencia de prensa.
Sin embargo negó el retiro y dejó abierta la posibilidad de grabar en vivo. Después de 12 años el español vuelve con este disco a interpretar temas en español, haciendo honor a México, un país que reconoció como suyo.
“Mi afinidad con el pueblo mexicano es profunda y no es una pequeña anécdota en mi vida sino todo lo contrario, lo siento, lo quiero, lo admiro y siempre me he interesado en saber qué pasa en este país”, aseguró.
Julio recuerda muchas anécdotas en México, como el primer día que cantó en las instalaciones de un club frente a tres o cuatro personas por 500 dólares, o cuando en un gimnasio de Culiacán se fue la luz y lo desnudaron en el escenario. “Hoy las únicas palabras que me quedan es dar gracias a la vida y a la gente por tantas oportunidades”.
Hace dos meses y medio tuvo dolores en la columna a raíz de un accidente en 1963 que le comprimió el sistema nervioso. Aunque afirma que su salud es buena, está en recuperación por una cirugía de cadera.
“Cada vez que me levanto de un sitio tengo que pensar que me levanto. Se especula mucho con estas cosas, tengo el corazón a 68 revoluciones; me duele todo pero es lógico porque tengo 72 años, pero no me duele el alma y mientras no me duela voy a seguir vivo”.
Así como afirma que sólo lo retirará la vida o el público, también piensa que si no fuera por la disciplina casi masoquista que sigue, seguramente estaría en una silla de ruedas.