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Diez años se dice fácil, pero no lo son para Playa Limbo. Con nostalgia y alegría sus integrantes María León, Jorge Corrales, Ángel Baillo y Yáñez recuerdan sus inicios en Guadalajara y algunas de las etapas de su carrera, donde ellos mismos cargaban su equipo a la camioneta.

“Cuando firmes un contrato vas a dejar de cargar, decían. Es mentira”, cuenta entre risas María León al recibir a EL UNIVERSAL en el estudio Génesis 11 Guitar Lab, lugar que les sirve para ensayar.

El 23 de septiembre de 2005 hicieron su primer show sin una disquera o alguien que los apoyara, por lo que tuvieron que hacerse cargo desde las luces y hasta el sonido. Una década después pisarán el Teatro Metropólitan (este sábado) repletos de emociones y trabajo.

“Sabes cómo está armado el concierto, pero nunca es igual. Es tan inmediato e irrepetible que depende 100% de la gente que va, no es algo que esté probado por más que sean las mismas canciones o la duración; la gente hace que la experiencia pueda ser alguna vez más nostálgica, otra vez más enternecedora, eufórica o emocionante. Esa es la parte que nos pone nerviosos, no el hecho de equivocarnos porque no pensamos en eso”, expresó María.

Poca fe en el grupo. Aunque al principio cada uno vivía en su casa y se reunían en las tardes, luego compartieron un lugar donde tuvieron que aprender a pasar juntos sus asuntos profesionales y personales. “La parte más dura de esta carrera es el inicio porque nadie tiene fe y tú debes irte ganando a quien se sume”, dijo León.

Sin duda uno de los procesos más complicados es el de la convivencia.

“El de pronto ver a Jorge en pijama todos los días en la mañana... —continuó—, sí, fue una experiencia perturbadora”, interrumpió Ángel Baillo.

“Es vernos mutuamente sin producción y pasar momentos en los que no tienes tu espacio. Si tienes una experiencia personal, no puedes salirte del entorno porque estás trabando y no hay espacio que descuidar en esta industria. En momentos tristes, bodas, cumpleaños o funerales de gente cercana te agarrabas de ellos para reforzarte”, comentó su vocalista.

Todo esto es lo que los ha inspirado a escribir y contar historias que han visto en el camino.

Los sacrificios fueron varios, pero coinciden en verlos recompensados con su presente. Uno de ellos es cambiar de residencia al DF.

“Fue de agarra tu ropa y vente; se quedaron muchas cosas a la mitad, como el estudio de Jorge que dejó prácticamente abandonado durante meses. Es un cambio drástico por la cantidad de gente, la velocidad con la que todo se mueve la ciudad, el tráfico... era un paso necesario”, explicó Servando.

Alejados de su familia, dejaron de hacer planes, como organizar unas vacaciones, porque había que estar disponibles para lo que se ofreciera, y aprender a convivir entre ellos para no arriesgar al grupo.

“Si te peleas, te tienes que separar, yo creo que ese es el cáncer de la mayoría de los grupos: la lucha de egos o la incompatibilidad. Convives mucho y debes afrentar que haya cosas de tu personalidad que no sean las más compatibles con tus compañeros y aprender a limar y comprender la de los demás”, argumentó Baillo.

En el caso de Playa Limbo esa conexión ha ayudado a nivel creativo, que en su punto de vista es uno de los síntomas de salud dentro de una agrupación.

“Si no hubiera dedicado mi 100% a Playa podría haber algo de arrepentimiento, pero por lo pronto no, las oportunidades e inquietudes que han permitido priorizar Playa las he hecho y, si en un futuro viene una oportunidad que me permita lo mismo en otra cosa, lo haré, pero mi espinita es que lleguemos a más lugares porque estamos en un momento donde disfrutamos los pasos que hemos dado con la cosecha de lo que sembramos”, detalló León.

En noviembre lanzarán una edición especial del álbum De días y de noches donde incluirán un tema inédito.

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