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christian.leon@eluniversal.com.mx
Toño Esquinca no ha necesitado aparecer en la televisión para ser reconocido por el público cuando sale a la calle, él es una especie de rockstar radiofónico, algo que nunca se le pasó por la mente cuando estudió Ciencias de la comunicación en la Universidad Nacional Autónoma de México.
De joven, Toño no creía que sin ser cantante o actor la gente lo reconocería y le pediría autógrafos, fotos, le obsequiarían presentes y algunos hasta le preguntarían por su salud y su vida amorosa.
“Es increíble ver cómo a veces la gente se compenetra tanto conmigo y me ven como parte de su familia, porque de alguna manera siempre los acompaño a donde están, ellos me ven como alguien que está ahí para ellos y eso es asombroso”, dice.
El locutor tampoco pensó que algún día llegaría a ser uno de los conductores más populares del país y menos que estaría entre los 300 personajes más influyentes de México según la revista Expansión.
“Empecé regalando mi trabajo durante los primeros años, quería ganar experiencia y saber de esto, al principio trabajé en horarios nocturnos y sin paga en la radio, ni siquiera sabía que era bueno para esto, todo fue una casualidad”, cuenta.
La vida de Toño es todo menos tranquila. Por las mañanas se levanta a las 4:00 horas, hace un poco de ejercicio, lee los diarios mientras desayuna y casi siempre, enfundado en pants y sudadera, llega a trabajar a Grupo Radio Centro una hora más tarde.
Cuando entra al aire, Esquinca tiene una sola misión: “Llenar de positividad a la audiencia y hacer que el camino al trabajo, la escuela o las mañanas del redioescucha sea menos estresante”, asegura Esquinca.
Eso es algo que no siempre sale como espera, pues aunque reconoce que es querido por muchos, considera que casi la misma cantidad de personas lo odian, situación con la que ha aprendido a lidiar.
“Tengo un programa en vivo, con todo lo que eso conlleva. Trato de ser bastante abierto con todos los comentarios, muchas personas me llaman a diario para mentarme la madre y decirme que no les gusta lo que hago y están en su derecho. Yo les doy micrófono, por que creo que es parte de la libertad de expresión por la que nosotros los comunicadores siempre peleamos”, dijo.
Al entrar a la oficina del conductor se podría pensar que sería ostentosa, y enorme, pero no, es un espacio pequeño en el que su amor por los ángeles, los elefantes y la espiritualidad queda exaltado.
Desde ese lugar planea diariamente su programa, escribe sus libros y hace los ensayos de las conferencias que regularmente da en universidades y empresas privadas.
Además, también es el lugar en el que Toño se reencontró con su ex esposa, Isabel Angulo —popular por haber sido durante años la voz del programa Amor 95.3— a quien ahora considera su mejor amiga.
“La oficina de Isabel está pegada junta a la mía, parece que nuestras vidas están destinadas a estar juntas”.
A pesar de todo, Toño se considera alguien reservado e introvertido:
“La gente cree que siempre me la paso hablando y soy bastante sociable, lo cierto es que mi vida es bastante monótona, voy de mi casa al trabajo y de regreso”, detalló.
Sin embargo, Esquinca, quien desde hace siete años ha estado al frente del programa matutino de la estación Alfa 91.3, no desea llegar a viejo siguiendo en radio, pues señala que aunque ama lo que hace, es un trabajo que implica muchos sacrificios como el tiempo principalmente, el cual espera en un futuro emplear para crear una familia.
“Me encantaría casarme de nuevo, tener hijos, poder seguir viajando, encontrar a gente valiosa, pero sobre todo llevar ese mensaje de amor a la gente”, explicó.