Más Información
VIDEO: Alito Moreno felicita a Yamandú Orsi por triunfo en Uruguay; se reúne con el expresidente Pepe Mujica
Nuevo frente frío azota la CDMX y el Valle de México; se esperan temperaturas heladas de -5 grados en algunos estados
Pensión Bienestar amplía cobertura en Michoacán; 48 mil mujeres de 63 y 64 años se suman a apoyo económico
Más de 10 mil aspirantes registrados para elección judicial 2025; Monreal destaca alta participación
aridiana.banos@eluniversal.com.mx
El hecho de ser amigos ayudó a los actores José María Yazpik, Luis Roberto Guzmán y Osvaldo Benavides, para llevar a escena la historia creada por Bárbara Colio titulada Cuerdas, la cual estrenaron el jueves pasado en el Teatro López Tarso.
“Fue increíble porque hay como un lenguaje que está implicito, porque tenemos la fortuna de que somos amigos y nos conocemos entonces ya hay algo ahí creado, una magia muy particular”, declaró Luis Roberto Guzmán.
Química que fue necesaria sobre el escenario cuando contaron la historia de Peterl (Guzmán), Paul (Yazpik) y Prince (Benavides), tres hermanos que viven distanciados y que sin querer deben emprender un viaje por petición de su padre, a quien no ven desde hace 25 años, cuando se fue para cumplir su sueño de ser el mejor equilibrista del mundo.
La personalidad que cada uno imprimió a su personaje, sobre todo José María Yazpik que dio forma a un Paul desgarbado y tímido, bastaron para llevar al público por ese viaje más personal que de ubicación geográfica que emprende este trío, donde sin querer sanarán ciertas heridas.
“Es una obra con una dramaturgia contemporánea, que nos lleva con sentido del humor a investigar sobre la familia, las relaciones, la unión y el dolor que produce una pérdida y para mí ha sido maravilloso porque lo tomo como una psicoterapia”, explicó Luis Roberto y reveló que sufrió el abandono involuntario de su padre a causa de su muerte.
Lo mismo le pasó a Osvaldo Benavides con Prince, el menor de los hermanos y que es contrastante a los mayores, pues él es rebelde y contestatario con sus consanguíneos.
“Sí tuve una etapa en la que culpaba a mis padres de lo que me pasaba, estos personajes tienen eso, no están asumiendo su responsabilidad y le echan la culpa sobre todo al papá, entonces fue como un viaje un poco al pasado y a la imaginación”.
Aún con cosas que ajustar en el ritmo de la obra, los tres actores pudieron conquistar al público presente esa noche, resultado que podrían repetir en las seis semanas que le quedan al montaje.