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En los últimos dos años, Kate del Castillo ha abierto los ojos y lo que ha encontrado, dice, no han sido siempre cosas buenas. Y es que en 730 días la actriz ha pasado de la carcajada a la tristeza.


Ese tema, aquel día, fue constante en sus conversaciones debido a la carta que le había escrito al narcotraficante pidiéndole que traficara con el bien. A las preguntas sobre El Chapo, ella respondió siempre con una carcajada durante aquella alfombra realizada al pie del Mediterráneo.

Dos años después (más una reunión con Guzmán Loera, más un proceso judicial, más un tequila, más una serie con Netflix) Kate vuelve a los Premios Platino, que eligen a lo mejor del cine iberoamericano y en los cuales entregará un galardón.

Entre otras cosas, en estos dos años, Kate no ha podido volver a México. “Pero cuando regrese, lo primero que me voy a comer son unos taquitos al pastor”, dice mientras abre la boca y mueve la lengua como si estuviera disfrutándolos ya.

Pero además de las tortillas, en su memoria de estos dos años hay otras imágenes de su vida profesional y personal. En un ejercicio de nostalgia (y enojo cuando de El Chapo se trata) Del Castillo acepta repasar algunos de esos episodios a partir de fotografías.

Kate mira la primera imagen y se le ilumina el rostro. Es ella con Lupillo Rivera en la realización del video con el que se lanzó su marca de tequila, un proyecto que no termina de despegar como ella quisiera.

“Algún día lo voy a comercializar en México (ahora sólo se consigue en EU) pero necesitamos crecer más y hacer la producción más grande”.

La segunda foto la hace sonreír también: “¡Es mi papá!”, exclama. Es, efectivamente, Eric del Castillo recibiendo el Doctor Honoris Causa del Instituto Mexicano de Líderes de Excelencia. Pasa de la alegría al agradecimiento.

“Fue algo importante para mi papá. Ellos (también aparece su mamá en la foto) son mi vida, ¡pobres, no la han pasado bien!”, dice al referirse a estos dos años en los que siempre han defendido la inocencia de su hija ante la acusación de la PGR, que la investigó bajo el cargo de ser cómplice de lavado de dinero por su reunión con El Chapo.

La tercera imagen sirve para aclarar que no es especialmente vanidosa. Es una que compartió en Instagram del día en que se sometió a un tratamiento para reducir la grasa. “Es como calor que te ponen en los lugares que quieres bajar. Yo digo que puedo hacer de todo para verme mejor excepto la cirugía. La verdad no soy tan vanidosa”.

Ella con la banda presidencial y siendo abrazada por el presidente de México. Esa es la siguiente imagen, sacada de Ingobernable, la serie que distribuyó Netflix y en la que interpreta a la Primera Dama de nuestro país.

“Fue la primera vez que este personaje aparece en una ficción. Pienso que es una serie en la que teníamos que hablar de problemas reales. Aunque es una ficción, también es una obligación hablar de estos temas políticos. Nos dejó muy tranquilos porque, sin hacer política, tocamos los temas que nos duelen a los mexicanos”.

La quinta imagen es la de la recaptura de El Chapo Guzmán el año pasado. De entrada, no le provoca comentarios a Kate del Castillo.

“Es simplemente una foto de cuando lo agarraron”.

¿Qué cambió en tu vida la aparición y desaparición de Joaquín Guzmán Loera?

¿Qué cambio hubo? Ninguno.

Pero sí implicó un proceso que te hizo no volver a México...

Sí, pero no tiene que ver con la aparición o desaparición de El Chapo, tiene que ver con que lo fui a ver.

Y eso ha provocado que no puedas regresar a México...

No. Mi proceso ya terminó. Puedo volver a México cuando quiera.

¿Cuándo será eso?

Cuando tenga ganas de ir. Ahora no tengo ganas. Mis papás acaban de venir, entonces no tengo nada a qué ir a México. No tengo trabajo allá, nada.


La última imagen es Kate del Castillo triste. Es una foto que también compartió ella misma en su Instagram. Dice que no se acuerda por qué estaba tan triste ya que en general suele llorar mucho y por muchas cosas.

“Me pone triste ver cómo golpean a los animales, me pone triste la injusticia, ver tanta pobreza... Las noticias sobre todo me ponen muy mal. Ves que son terribles y te das cuenta que así es la humanidad, la humanidad está bien fea: lastimamos a nuestro planeta, a nuestro medio ambiente, a nosotros mismos. Eso me pone muy triste”.

Quizá por eso, al definir su vida en estos dos años desde aquella vez en Marbella hasta hoy en Madrid, su rostro no es sino triste cuando dice: “Ha sido como un despertar, un abrir los ojos… y lo que he encontrado no ha sido siempre bueno”.

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