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Alegre y de buen humor como dicen que era, a Pedro Infante le habría gustado estar ayer en el Panteón Jardín para ver todo lo que se hace por él.

Primero, unos tacos llamados Pepe el Toro, a 15 pesos cada uno, hechos con arroz y salchicha con picante; sus discos en vinil a 50 pesos o playeras con la imagen de varias de sus películas, a cambio de un billete de 100.

Pero también la visita de María Antonieta Gutiérrez, la mujer que durante los últimos 48 años ha montado guardia en su tumba y que desde las 8:00 horas ya estaba en su lugar, colocando muñecos y fotos de su colección.

“Era muy pequeña, la primera película que vi fue Nosotros los pobres en un cine que cobraba 60 centavos”, recuerda la mujer.

Otros, igual que cada año, traen tortas de jamón y refrescos para pasar el día escuchando música del originario de Guamúchil que de vivir, tendría 99 años. Para los 100, a celebrarse en noviembre, se editará un libro con las recetas de la comida favorita del intérprete, dice su hija Lupita Infante en un breve encuentro con la prensa.

Así que quizá en 2018 los visitantes incorporen a su almuerzo preparado algo de ello, sin dejar de lado las tostadas y maíz negro y raspados que esta vez se acabaron en pocas horas, en muchos de los comerciantes.

Si Pedrito, como le dicen aún, se hubiera paseado por el camposanto ubicado al sur de la Ciudad de México, se habría divertido al ver que hay vasos con su imagen entre 40 y 50 pesos y copias de las portadas de los diarios del día de su muerte, valían 10 pesos.

“Es para que lo enmarque si quiere”, trataba de convencer uno de los vendedores a la familia detenida para ver los recuerdos, pero que finalmente optó por un disco de la marca Peerles.

Otros no iban preparados para la vendimia y se preguntaban por qué en estos lugares no hay cajeros automáticos. “Quizá porque a un panteón se viene a otras cosas”, respondió seria una mujer a su acompañante.

José Julián al que la hija de Pedro le dio la oportunidad hace 13 años de cantar en un aniversario, se presentó recién llegado de viaje para hacer lo mismo. Pero a él no lo escuchó un hombre de playera rayada, tipo Pepe el Toro, que sentado a espaldas de la tumba y acompañado de un radio de pilas reproduciendo “Amorcito corazón”, prefiró él sólo darle un homenaje.

Hasta las 14:00 horas se estimaba la asistencia de 4 mil personas, pero casi imposible saber con precisión ante el constante flujo de entrada y salida.

Y para quienes han rumorado que sus hijas, Lupita e Irma, producto de distintos matrimonios, están peleadas, hubo una mala noticia, pues las dos se presentaron juntas y subrayando que ambas están contempladas para futuros proyectos.

Pedro se hubiera divertido.

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