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erika.monroy@eluniversal.com.mx
Edith González se ríe y, aunque su sentido del humor es bastante oscuro, la actriz asegura que tiene mucho por qué sonreír y reírse.
Incluso bromea sobre su salida del clóset de los cancerosos y la forma en la que está sobrellevando la enfermedad. “Le hablo al cáncer y le digo que es bien mala onda, porque además, siempre es silencioso y nunca se manifiesta.
“Es mala onda, le hablo y le digo, ya vete de aquí. Yo me lo tomo hasta con sentido del humor, nadie lo entiende, porque tengo un humor negro, pero yo no pienso dejarme derrotar, ni en lo físico, ni en lo espiritual, ni en lo mental”, asegura la actriz.
En agosto del año pasado, Edith informó a través de sus redes sociales que le habían encontrado tejidos cancerosos en la zona del abdomen —cáncer de ovario—, a partir de ese momento decidió que haría algo al respecto.
“Sé que es una tragedia, pero no lo asumo como tal. Para mí simplemente es un paso, es una fase y heme aquí. ¿Qué hago de bueno con esto que me tocó? Lo mejor que puedo hacer es informar que hoy hay muchos tratamientos, no alternativos, porque no creo en ellos; yo creo en la ciencia, hay muchos tratamientos complementarios a las quimioterapias y a las radioterapias. Creo que el ser humano, con la creencia y el coraje de salir adelante, es un 50 o un 60% de la sanación”, expresa la protagonista de Salomé.
De esta forma, la también productora de cine decidió que escribirá un libro en donde informe sobre sus experiencias lúdicas, sobre la fuerza del espíritu y cómo la ciencia se está encargando de la enfermedad.
En su caso, está dispuesta a seguir el ejemplo de vida de su padre, quien falleció a causa del cáncer, y así hacer lo mismo con su hija Constanza, para que pueda ver el mismo ejemplo de fuerza y entereza.
“Mi padre vivió con amor abrazando al cáncer, sin cuestionarse, sin flagelarse, vi cómo se dedicó a abrazarse, a sanar su espíritu y dar amor. Puesto que soy actriz replico no el final de mi padre, sino su compartimiento y su forma de encarar algo que le tocó”, dice.
¿Qué tipo de mujer eres, Edith?
Soy todas, y soy ninguna. Soy todas las mujeres que me habitan, son mis hijas, soy mi abuela, soy mi madre, soy todas y soy ninguna, porque por eso soy actriz, porque tengo la capacidad de representar los personajes que me den y de enamorarme y de transmitir sus afectos con su público, porque gracias a un actor, se puede identificar con ellos.
¿Quién eres?
Soy sólo una actriz, tratando de entregar, humildemente, con todo mi amor la esencia de un ser humano. Soy madre, soy esposa, soy mujer, soy estudiosa, soy contradictoria, caprichosa, divertida, soy enojona, soy simplemente un ser humano.
¿Cuál dirías que es el día más feliz de tu vida?
Constanza, el día que nació. Porque es sentir el corazón de otro ser humano, cuando te lo pegas al cuerpo. En ese momento me convertí en madre tierra. La hora más feliz, cuando di plácidamente a luz.
Has interpretado a todo tipo de mujeres a lo largo de tu carrera. ¿Qué te dejó el papel de Aventurera, por ejemplo?
Me hizo sentir bonita. Yo no me sentía bella, no me sentía bonita. Gracias a Aventurera me lo fui creyendo. Me dio tanta confianza, que fue un parteaguas. Hay que educar a las niñas para que se sientan bonitas.
¿Qué es lo que te falta hacer?
Ahorita estoy releyendo la historia de la mujer. Hay muy poco escrito de nosotras. Estoy hasta el cogote de las narco series. Me gustan los personajes que empoderan a las mujeres. Que buscan cómo llegar al meollo de lo familiar.
¿Qué les dirías a las mujeres que se identifican con tus personajes, con lo que estás viviendo ahora?
Es precioso ser mujer, vale la pena vivir. En nuestra feminidad podemos encontrar tantos valores y podemos aportar tanto al mundo, a nuestros hijos, a nuestros padres.