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janet.merida@eluniversal.com.mx
“... A la vida, por lo tanto, le tengo que agradecer que por mi doble quehacer, escritor y comediante, es la risa mi constante y fascinante placer...”, puede leerse en la entrada de la tumb a de Roberto Gómez Bolaños.
Además de actor y guionista, al comediante le gustaba hacer versos, como consta en su libro Y también poesía de donde fue tomado este fragmento (“La risa”). Salvo esta leyenda tallada en mármol, la capilla en la que descansa Chespirito no ha cambiado mucho desde que fue sepultado en 2014.
Por dentro y fuera sigue impecable, sin cartas ni peluches o imágenes de alguno de sus personajes. Al fondo de la capilla de la familia Gómez Meza solamente descansa sobre cuatro urnas de mármol una gran fotografía de Roberto en la que mira sonriendo directamente a la cámara. Afuera, un arreglo de alcatraces y dos rosas: una blanca y una roja que acompañan un pequeño ramo de margaritas.
Es Florinda Meza la que más acude a visitar la tumba, comenta gente del panteón Francés; hace algunos días estuvo ahí y dicen que, a diferencia del año pasado, cuando realizaron una misa al mediodía en el lugar, hoy que se cumplen dos años de la muerte de Chespirito, no hubo avisos. Meza dijo a Notimex que este año sólo hará una misa privada en Cancún.