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janet.merida@eluniversal.com.mx
Quitaron las muñecas del aparador de la Casa de los Azulejos (en el centro de la Ciudad de México) para que los transeúntes pudieran ver el miércoles, detrás del cristal que refleja la calle Madero, a una mujer que también parecía una: pelo recogido, labios rojísimos y un largo y escotado vestido dorado que descansaba en el suelo y que ella presumía, coqueta, en cada movimiento dentro de esa especie de urna de cristal. Quienes pasaban por ahí de casualidad caían en cuenta, desde lejos, que era Susana Zabaleta y se detenían para tomar videos o fotos y hablar de lo sensual que se veía ahí parada.
Otros, sus fans, esperaban en una larga fila a un costado del edificio su turno para entrar al aparador y recibir abrazos, besos, fotografías y autógrafos en la portada de su nuevo álbum, SZ30 En vivo y a todo color, material con el que la cantante celebra 30 años de trayectoria y cuyo DVD se transmitía al mismo tiempo en la calle.
Ella, gustosa, hablaba con sus seguidores y al despedirlos se volvía hacia los curiosos de afuera con una sonrisa; de vez en cuando se quitaba besos que mandaba con la mano a algún suertudo del otro lado del cristal y otras movía los labios en palabras inaudibles para los espectadores, como si hablara a uno y a todos al mismo tiempo.
“Es una mujer muy sincera, muy guapa, muy agradable, sin pelos en la lengua, es un ícono para los gays también”, dijo Adrián tras haber pasado a tomarse su foto y recordó que cuando estuvo frente a Susana la primera vez hace algunos años le contó que era gay y ella en respuesta le metió su lengua en la oreja. “Y ahorita me dijo: ‘ya me acordé de ti, que contigo no tengo esperanzas’”, agregó.
Este es el doceavo álbum en la carrera de Zabaleta en el que incluye dos discos y un DVD grabado en vivo en el Teatro Metropólitan, en donde no podía faltar Armando Manzanero.