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Ciudad Juárez.— No importaba el sol o la hora que fuera. En las calles la música de Juan Gabriel no paraba de escucharse. Los gritos de amor de su gente tampoco cesaban. Era una ciudad despidiendo a su divo. Por eso, cuando la carroza fúnebre proveniente de El Paso, Texas, arribó a tierras mexicanas lo primero que hicieron fue lanzar globos blancos al cielo. Alrededor de las 17:50 (hora local) 13 motocicletas de vialidad de Chihuahua se pusieron alerta para escoltar el auto donde se colocaron sus cenizas.

A su llegada, decenas se abalanzaron para verlo pasar por ese mismo puente por donde hace 36 años había grabado el video “La frontera”.

Con canciones y aplausos El Divo de Juárez recibió su adiós lleno de rosas rojas porque, aunque el automóvil que trasportó sus restos era negro, la alegría que producía al pueblo su cercanía se sentía en el ambiente.

Las cortinas de la carroza estaban levantadas, dejando visible la urna de madera donde descansan sus restos. Muchos corrieron detrás de ella mientras se dirigía al albergue infantil y escuela de música Semjase, ubicada a unas cuadras en la avenida Lerdo.

“Siempre estarás presente₺”, “₺te amamos₺” y “gracias por tanto”, fueron algunas frases que se escucharon al llegar al albergue, hoy casi abandonado, pero que este día se llenó nuevamente de la energía con la que fue construido.

Otros decidieron reunirse en el que fuera el bar Noa Noa, que hoy es un estacionamiento, aunque el cortejo no llegó allí y fue directamente a la casa de Juan Gabriel, en Avenida 16 de septiembre, en donde entró por una de las puertas de un costado.

Afuera de la casa miles se congregaron y la llenaron de flores, veladoras, cartas, dibujos, imágenes religiosas y hasta banderas multicolores y de México; los árboles que la rodearon estaban de luto con moños negros. Alrededor de sus rejas verdes, en las cercas o en las propias ventanas, las personas se asomaban intentando ver la urna bajar; esos techos de adobe con faroles y pinos fueron los testigos de la ceremonia privada por parte de su familia.

Ahí estaba un escenario al que llegaron, desde temprano, fans como José Luis Ontiveros (66 años). ₺Tenía una voz maravillosa y un gran don de gente, en una ocasión logré cruzar palabras con él. Era maravilloso como ser humano, muy entregado y no tenía límites. Estamos tristes pero a la vez nos sentimos muy dichosos de que sus cenizas vengan aquí a Juárez₺, contó.

“Alberto, tú estarás siempre en nuestra mente”, con lágrimas una mujer de unos 70 años gritaba en medio de la multitud.

Alrededor de 80 mil personas estuvieron para dar el ultimo adiós a El Divo de Juárez en su casa. Apenas salía el sol, eran las 6:30 de la mañana y ya una veintena de admiradores del intérprete fallecido el pasado domingo se daban cita en el cruce de 16 de Septiembre y Colombia.

Junto con ellos las florerías daban vueltas y vueltas, llevando coronas y arreglos, sin duda la más llamativa fue la que envió Luis Miguel, formada por 500 rosas blancas.

Pero el que no tenía dinero para flores dejaba que el corazón hablara y con cartas hechas a mano, cartulinas, y fotos tomadas de la televisión los mensajes no cesaban de aparcar en las rejas de la mansión, en la que alguna vez la madre de El Divo de Juárez fue ama de llaves, y luego el cantante comprara para regalarle.

Cerca de las seis de la tarde con ocho minutos, Juan Gabriel llegó a la cita con las miles de almas que lo esperaron de pie por horas, para decirle que por él Juárez tendrá un “Amor eterno”.

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