Con rigurosos lentes negros, Alberto Aguilera Jr. salió a la reja de la casa para saludar a los fans de su padre, Juan Gabriel.

Sin pronunciar palabra alguna, el hijo de El Divo de Juárez fue el único familiar que ayer, horas antes del homenaje que se le rindió al cantante frente a la que fuera su casa en Ciudad Juárez, se asomó para convivir, aunque fuera a través del enrejado, con algunos de los seguidores que han manifestado su tristeza por la muerte de Juanga.

“¡Arriba Juan Gabriel!”, gritaron las personas cuando vieron que Alberto Aguilera Jr. (adoptado por el músico desde que era un niño) bajó de su camioneta para acercarse a ellos. Le estrecharon varias veces las manos y le dieron las gracias por hacerles caso.

Desde la muerte del compositor, hace ya una semana, los familiares se han mostrado poco accesibles y su contacto con los fans se ha limitado unos cuantos comunicados en los que les piden paciencia y respeto para llevar su duelo.

Por eso sorprendió ayer la aparición de Aguilera Jr. a quien incluso le dedicaron unas porras.

Festejo. Desde muy temprano cientos de seguidores esperaron al ritmo de sus canciones la llegada de las cenizas.

A primera hora comenzaron a llegar familias enteras con sillas y sombrillas para apaciguar los efectos del sol inclemente durante la larga espera.

El objetivo: estar en primera fila para presenciar la misa que esta noche oficiará el obispo de Ciudad Juárez, José Guadalupe Torres, en la casa del autor de éxitos como “Amor eterno”, “Querida” y “Yo no nací para amar”, ubicada en la Avenida 16 de Septiembre.

Aunque la mayoría son juarenses, también han llegado de todos los rincones de la geografía mexicana como Torreón (Coahuila), Monterrey (Nuevo León) y Ciudad de México.

Un grupo de cuatro mujeres pertenecientes a un club de fans del artista llegó hasta la residencia para darle el último adiós al Divo de Juárez, al que vieron en múltiples ocasiones. Todas presumen las fotos que a lo largo de su vida se tomaron con el intérprete, incluida una de la fiesta a la que asistieron en la residencia del compositor de más de mil 500 canciones en el balneario mexicano de Cancún con motivo de su cumpleaños.

“Nosotras admiramos a Juan Gabriel, lo respetamos”, dice a EFE una de las mujeres, todas orgullosas de haber formado parte del selecto grupo que participó en aquella velada. Guillermina Valdés resume lo que piensan muchos de los admiradores de Juanga, como cariñosamente le llaman los mexicanos: la tenacidad del artista para alcanzar su sueño, pese a los muchos obstáculos que se le presentaron en el camino.

“Tuvo que pasar por muchas cosas como ofensas y malos tratos”, dice Valdés al recordar que desde muy joven el artista cargaba cables y ayudaba a los músicos de los salones de baile para que le dieran la oportunidad de cantar. Cuando se llega a una meta muy fácilmente” ésta se desvanece muy rápido, “él nunca perdió de vista lo que quería, así sufriera o pasara lo que pasara”, y encontró en Juárez “a gente que lo cobijó, que lo arropó y lo apapachó”.

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