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Los Ángeles.— Salma Hayek llega hoy a cinco décadas de vida, las cuales, asegura, recibe con mucha alegría y orgullo. Mañana, la producción de la película Beatriz at dinner le dará un espacio para que pueda celebrar con una fiesta que le prepara su esposo, el empresario francés Francois-Henri Pinault, y que originalmente sería sorpresa.

Sólo sabe que varios invitados viajarán de distintos lugares para celebrar su entrada a la quinta década.

“Estoy emocionada, (cumplir 50) no me causa ni tristeza ni angustia. Es un número bonito, creo que cuando estaba más joven uno piensa que a los 50 ya estás vieja. No me siento vieja para nada. Tengo muchas ilusiones de hacer más cosas de mi vida, mucha creatividad y mucho trabajo y eso ya es ganancia”, dice una Salma segura, relajada y sin una gota de maquillaje.

Considera que le llegan los 50 en un momento en el que está muy feliz con su vida.

“Pero lo más importante es no estar aburrido, es lo que envejece , porque no tienes más ilusiones o sientes que ya llegaste a una rutina de la que no sabes cómo vas a salir. Yo todavía tengo mucho curiosidad. Cuando se muere, envejeces”.

Cuando mira atrás y repasa su vida, ríe. Recuerda que cuando estaba chavita pensaba que el mejor momento en su vida sería a los 30, pero no fue así.

“Uno tiene mucho optimismo en los 20 y crees que lo sabes todo, pero cuando llegué a los 30 me entró una depresión, fueron los peores años. El día que cumplí 30 fue el único que he llorado: me sentía fracasada, sola, un poco perdida, muy asustada, aunque estaba trabajando, pero pensé que para esa edad iba a tener más logros de los que tenía. A los 30 uno se da cuenta lo difícil que es la vida.

“En los 40 estaba muy contenta porque ya había hecho las paces. Entendí que todo este plan que yo tenía no va a ser así, pero it’s ok, no hay problema, lo que toca. No me casé, ya ni modo; no tengo hijos, ya ni modo. Ya había conocido a Francois —su esposo— y dije: ‘oye, no está tan mal’. Ya estaba resignada y dije: ‘guauuu, me tocó algo extra, no lo vi venir’”.

A los 50, agrega Salma, siente que ha hecho muchas cosas de las que está orgullosa.

“No son las cosas que tienes ni lo que lograste, sino lo que creciste”.

Una de las cosas que más le satisfacen es haberse abierto camino en Hollywood, en un momento en que no había lugar para los latinos.

“Yo me digo que no tengo derecho a quejarme de nada de lo que no he hecho un esfuerzo por cambiar. Si nos sentamos a quejarnos de todo y esperamos a que alguien más lo arregle, no haces nada. Yo nunca esperé a que vinieran a darme nada ni que nadie hiciera las cosas por mí y eso me ayudó, porque de verdad estaba muy difícil”.

La protagonista de Frida dice que ha aprendido muchas cosas en este tiempo, pero tiene un principio que ha marcado su camino.

“Hay dos maneras de hacer las cosas: o te diseñas o te descubres, a mí me gusta descubrirme. Así es como evoluciona el humano, es la única manera de ser real.

“Cuando te diseñas, te diseñas y vives para otros, aunque el diseño sea perfecto. Cuando te descubres, te descubres para ti”.

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