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Si todo lo que ocurrió después de la muerte de Juan Gabriel fue por instrucción suya, era un genio, reflexiona Carlos Cuevas vía telefónica. Se refiere, en pocas palabras, al hermetismo que reinó en los 11 días siguientes a que fuera declarado muerto ese 28 de agosto en Santa Mónica hasta el día en que la urna con sus iniciales descansó junto al retrato de su madre en la casa en Chihuahua, el miércoles pasado.
Se refiere a que nunca hubo un cuerpo que diera certeza y los lapsos de tiempo en blanco listos para la suposición. ¿Eran o no las cenizas de Juanga las que llegaron al Palacio de Bellas Artes? Él tiene sus dudas y así lo externó hace unos días en declaraciones que, dice, fueron sacadas de contexto, pues jamás afirmó, sólo cuestionó.
“Yo dije que no sé si esa urna tuviera las cenizas de Juan Gabriel, o de otro, o de nada. A mí se me haría muy temerario —si hubiera sido hijo de Juan Gabriel— traerme las cenizas de mi padre cuando yo sé que las puedo tener en mi casa de Miami; ahora, dejarlas en Ciudad Juárez —que es cosa que no me importa— donde nadie vive; los hijos de Juan Gabriel viven en Miami, si piensas tener las cenizas de tu padre, las tienes en tu casa, ¿no? Esa es otra incoherencia, a lo mejor, digo, las cenizas están en Miami y fueron a dejarlas ahí para que se calmara el gobierno de Chihuahua”.
Curiosamente, poner sobre la mesa esta postura despertó el interés de muchos y sumó la posibilidad de que todo lo que ocurrió en Bellas Artes fuera un mero placebo para un pueblo agitado por la muerte de su ídolo. Todos los homenajes improvisados, el show musical, la interminable fila que superó en número la asistencia que tuvieron Gabriel García Márquez y hasta Cantinflas en sus homenajes, es decir, casi un millón (700 mil) contra 250 y 300 mil respectivamente, todos, todos ahí despidiendo, coreando y llorando a un falso Juanga.
Lo que adereza esta historia es la reserva con la que siempre se manejó El Divo de Juárez respecto a su vida privada. Nunca mostró públicamente a sus parejas ni a sus tres hijos, pero aún así fue extraño que no aparecieran juntos en los homenajes públicos en Chihuahua o en la Ciudad de México. Nada de llanto, abrazos, apretones de mano por parte de amigos o personajes cercanos, nada, solo uno de ellos, Iván, habló con un par de medios de comunicación y llegó al Palacio de Bellas Artes, inquebrantable.
“Te voy a decir una cosa, así como ha pasado con tantos feminicidios, jamás se va a saber la verdad, acuérdate de mí, ¿por qué?, porque es una cosa como que no sabe uno quién mató a Colosio en realidad, no sabe uno quién mató a Kennedy, eso es lo mismo. Él era misterioso hasta en su muerte entonces imagínate, la hizo bien eh, porque si él dijo ‘hagan esto’, es un genio”, dice el cantante hermano de Aída Cuevas que tuvo la oportunidad de viajar con Juan Gabriel en sus giras aún siendo muy joven. Él se lo pidió, recuerda, y así inició una vida ambulante y de aprendizaje, junto a El Divo.
“Estaba yo muy chavito, comíamos con él, desayunábamos, lo acompañaba a todas partes. No sé si fue amistad o no, yo creo que él no tenía amigos, sus amigos verdaderos eran Jesús Salas y otro por ahí, no sé quién. Los demás éramos compañeros de trabajo”.
De ahí que no haya tenido trato con la familia, sólo conoció a Iván y a Albertito en los estudios de Santa Mónica pero luego se hizo de su propio camino ganando los OTI nacional e internacional. Aún así iba a verlo a sus presentaciones cada que podía, era un fan más suyo, pero uno que conoce su música como pocos y que lo homenajea en cada concierto.
A diferencia de su hermana Aída Cuevas, a quien Juanga habría dejado 42 temas inéditos, Carlos niega que le haya dejado a él una canción.
“Aída debe aprovechar, si de verdad le regaló unas canciones debe aprovechar y grabarlas, yo si me hubiera regalado algo me pongo a grabarlas y vámonos. No me dio ninguna canción”.
Hoy su programa de televisión de paga Noche a noche contigo estará dedicado a Juan Gabriel y compartirá una entrevista que tuvo con la que fuera una de las primeras coristas del michoacano. Un homenaje más para un hombre que, desde su punto de vista, no va a morir gracias a las voces de las generaciones actuales y las que vienen.
“Juan Gabriel va a trascender, es como la música de Beethoven, de Chopin, de Liszt, después de otras generaciones como Agustín Lara, Manzanero”.