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En un mundo en el que más que nunca se necesita que los hombres sean aliados en la igualdad y el respeto hacia la mujer, para Salma es impensable que alguien como el empresario Donald Trump se convierta en candidato a la Presidencia de Estados Unidos.
“Es increíble, no puedo creer que alguien como él pueda estar tan cerca de la Casa Blanca”, dijo asustada ayer, durante su participación como parte de la Fundación Kering (creada en 2009), que lanzó en Cannes su programa Women in Motion en 2015.
La actriz mexicana ha apoyado el movimiento del que su marido Francois-Henri Pinault es CEO. El objetivo de Women in Motion es fomentar la reflexión y el debate acerca de la igualdad de género en el cine, así como la promoción y el reconocimiento del talento femenino.
Con un elegante vestido azul marino, Salma acudió a la exclusiva cita. Rodeada de otras mujeres influyentes, recordó sus primeros pasos en Hollywood en los años 90 y cómo en ese entonces las mujeres tenían muy pocas oportunidades.
“Yo llegué a vivir a Estados Unidos cuando las mujeres no contábamos realmente. Sólo había tres personajes posibles para interpretar en las películas y sólo iban cambiando los rostros de las actrices. Y la verdad es que las mujeres estaban contentas con ello. Incluso los papeles femeninos eran interpretados mejor por hombres.
“Pero poco a poco las actrices fuimos empujando para hacernos un espacio. En ese entonces creo que sólo un 1% de las actrices podían vivir de su trabajo y me refiero a Julia Roberts, Sandra Bullock y Meg Ryan. El que a una mujer le pagaran en Hollywood hacía que todas nos emocionáramos, era una locura, ¡Era noticia que Demi Moore había hecho un papel y le habían pagado bien!”, dijo provocando las risas.
Ser latina en Hollywood. Hayek recuerda que era la primera mexicana desde 1930 que lograba algo en Hollywood, después de Dolores del Río, que hizo películas mudas y casi nadie sabía que era mexicana.
“Así que para mí ser mujer y mexicana en Hollywood era complicado. Pero yo no lo tomaba como una maldad, sino que era parte de la cultura y de la ignorancia. Las cosas eran así. Pero me di cuenta de que eso estaba realmente mal y no me sentía intimidada, no me entristecía sino que me sorprendía. Algo que me ayudó es que nunca me sentí menos, me enojaba un poco pero también sentía mucha emoción al creer que podía hacer un cambio, que había mucho por hacer”.
Para Salma, la labor que hace la Fundación Kering es algo que le motiva y la implica al 100%.
“Es algo muy diferente a todo lo que existe porque está creada por un sector privado pero que ha decidido elegir proyectos que no tengan tanta visibilidad pero que realmente cambien la vida de las comunidades. Si tú eliges ayudar a 200 mujeres de un lugar pequeño, el cambio será brutal, realmente transformarás sus vidas”, aseguró.
La sensualidad, una herramienta. Cuando uno de los periodistas le preguntó si creía que Hollywood la había utilizado al usar siempre su imagen más sexy, Salma contestó con seguridad provocando aplausos calurosos.
“¡Nos utilizamos mutuamente! En ese entonces lo que había para las latinas eran dos tipos de papeles: o la chica de la limpieza o la chica sexy. Así que yo dije, ‘¡está bien, hagámoslo! Si ahí está la puerta, entremos. Pero miren en dónde estoy ahora, yo sabía que era sólo un proceso”.
Para rematar, la protagonista de Frida cuestionó las cualidades femeninas. “¿Por qué no vamos a poder celebrar nuestra sensualidad como mujeres? Si ellos no pueden tolerarlo y no saben qué hacer con ello, es su problema, pero no por eso tienen derecho a agredirnos”, dice.
El tema, agrega Salma, es valorar las cualidades de cada género y aprovecharlas, en lugar de competir.
“Las mujeres somos tan fuertes como los hombres, ellos pueden tener los músculos pero nosotros tenemos la fuerza espiritual. Y quizá eso es lo que les atemoriza tanto”.