El patrón se repite una y otra vez —o eso parece—. La tragedia persigue de forma constante a los integrantes de una misma familia como si fuera una maldición; ejemplos hay muchos pero para muestra basta un botón: los descendientes de Mario Moreno Rojas, mejor conocido como Cantinflas, que en los últimos 20 años han estado en el ojo del huracán por sus desgracias y escándalos.

Mario Moreno Ivanova, único hijo de El mimo de México, tuvo en su juventud una aparente vida de excesos, le siguieron dos matrimonios que terminaron en divorcio y una disputa legal por la herencia cinematográfica de su padre, además de una relación tensa con las madres de sus cinco hijos, y tres de éstos, los Bernat, han presentado problemas de todo tipo, incluido el suicidio del mayor, Mario Moreno Bernat.

El sicólogo Alexis Solís explica que, más allá de creer que hay un “ente maligno” rondando a esta familia, existen diversos factores hereditarios que los predisponen a caer en padecimientos como la depresión o la esquizofrenia; por genes están ahí, sólo necesitan que algo los dispare; también juega un papel importante la herencia cultural y social.

“Si al padre (Ivanova) lo malcriaron literalmente, no sólo van a ser los berrinches sino también la violencia, ésta tiene muchas esferas, las más importantes son la física y la emocional, estos patrones de vinculación se aprenden. Si yo me vinculo con mi papá a través de los insultos, voy aprender a vincularme con mis hijos a través de los insultos, pero no sólo con ellos, también con mi pareja y con la gente a mi alrededor, ahí es cuando empiezan los problemas. Éstas son las dos vías por las que podemos hablar de árboles genealógicos sicopatológicos”, señala el experto.

Contrario a lo que se pueda pensar, el doctor Solís indica que éstas son enseñanzas que se transmiten de forma inconsciente, es decir, el afectado nunca se da cuenta de su proceder negativo y sus consecuencias. “Eso explica en gran medida a familias que tienen tendencia suicida; si mi abuela o mi hermana se suicidó, tienen una predisposición genética a la depresión; además, en su idiosincrasia el suicidio es una opción viable para acabar con el sufrimiento”.

Mario Moreno Ivanova se divorció de sus dos primeras esposas, Abril del Moral y Sandra Bernat, quienes hicieron públicos sus reclamos por el poco apoyo moral y económico que, según ellas, han recibido de él; Sandra le reclamó 150 mil dólares de pensión para sus hijos, lo responsabilizó del suicidio de su heredero y lo acusó de violencia doméstica. Una situación similar la vivió en septiembre su hija Marisa, quien tenía un matrimonio donde el abuso de su esposo, Alain Meder, era una constante y culminó con una golpiza que la llevó al hospital con 200 fracturas en el rostro, de acuerdo con lo que declaró Ivanova en la conferencia de octubre pasado.

No es gratuito, considera el también catedrático del Centro ELEIA: “Algo se repite en la historia, escogemos la pareja de forma inconsciente con respecto a patrones de conducta muy similares a lo que conocemos”.

La propia Marisa, dijo la familia, ya había demandado a su aún esposo por maltrato. Al final lo perdonó y regresó al círculo de codependencia en que vivía.

Mario, Marisa y Gabriel Bernat —quien vive actualmente en la indigencia, como difundió una revista recientemente— crecieron sin la guía necesaria que les diera un objetivo en la vida, ha reiterado Sandra, la madre de éstos.

El sicólogo opina que, de acuerdo con estudios, no es la gente con más dinero, ni más guapa o con más parejas sexuales, la que es más feliz. “Es la que está comprometida con un objetivo en particular, puede ser su familia, una empresa, lo que sea, pero es un compromiso real”.

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