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janet.merida@eluniversal.com.mx
En el Panteón Francés de la ciudad de México la mayoría de las tumbas están adornadas solamente por hojas secas de los árboles. Algunas se miran tan viejas que han perdido el nombre, con ángeles de cantera rotos y epitafios ilegibles, otras con rehiletes de colores que se mueven a cada tanto en la soledad matutina del lugar y unas cuantas acaban de ser visitadas porque lucen ya las flores de cempasúchil.
Ahí, en esa burbuja que no deja pasar el ruido de los coches ni el bullicio de la gente, descansa uno de los comediantes más importantes de América Latina, Roberto Gómez Bolaños.
Esta es la segunda vez que estoy en el lugar de su sepulcro. La primera, cuando lo enterraron el 28 de noviembre pasado. Antes de hoy, lo intenté una vez pero la orden de no dejar pasar era estricta, por lo que muchas cartas y regalos de fans se quedaron en la entrada. Luego de difundirse la noticia, la restricción cambió y ahora se puede entrar pero sin tomar fotos ni video.
Un hombre me guía entre las criptas mientras me platica que, desde que cambió la orden, a Chespirito lo visitan muchísimas personas, la mayoría turistas sudamericanos que aprovechan sus viajes a México para conocer el lugar donde descansa su ídolo. Incluso hace tiempo —cuenta— una excursión de peruanos visitó el lugar.
Pero encontrar el sitio es difícil porque la cripta no tiene algo de particular. Ya llegamos, dice el guía, que desapareció antes que pudiera despedirme.
Varios chapulincitos colorados parados en las ventanas de la capilla de la Familia Gómez Meza. Así me imaginaba la tumba. Pensaba que entre las flores frescas y vivas habría un par de chipotes chillones, así como banderas de países como Chile, Argentina y Perú. En el interior, un barril para que El Chavo pudiera dormir en los días de frío. Y en el piso, cartas, fotos y dibujos hechos por los visitantes, hasta una torta de jamón por si le da hambre.
Todo eso imaginé pero lo único que encontré fueron unas flores secas. En la capilla se ve sólo el mármol. Al fondo, cuatro cajones del mismo material sobre la pared, resguardados por un vitral de la Virgen de Guadalupe. No hay cartas, fotos, ni dibujos de quien el año pasado acaparó la atención de Latinoamérica con su muerte y que recibió un homenaje en el Estadio Azteca.
Chespirito no es el único famoso que es visitado frecuentemente.
En el panteón Jardín están los restos de Pedro Infante, Jorge Negrete, Tin Tan y muchos otros.