Los tribunales de EU dieron ayer carpetazo al calvario judicial de la actriz Lindsay Lohan después de casi ocho años de tiras y aflojas con la ley por sucesivas infracciones, procesos de rehabilitación de escaso éxito e incluso estancias en prisión.
El magistrado Mark Young, de la Corte Superior del condado de Los Ángeles, certificó el final del periodo de libertad condicional en el que se encontraba Lohan por unos hechos que se remontan a agosto de 2007, cuando fue condenada a cuatro años de cárcel por conducir borracha y por posesión de drogas.
Lohan, que tenía 21 años, pasó entonces poco más de una hora entre rejas por un arreglo extrajudicial que la obligaba a cambio a realizar trabajos sociales y recibir lecciones sobre las
consecuencias del abuso del alcohol.
Quedó así en libertad condicional, que, en principio, debería haber terminado en 36 meses y que se complicó sobremanera dada la actitud rebelde de la actriz.
El lustro que siguió, Lohan ingresó varias veces en centros de desintoxicación, fue acusada de dos atropellos y el robo de un abrigo.
En 2010 cumplió 13 días de cárcel de una condena de 90 días por reiteradas violaciones a su libertad condicional.
Esa fue su estancia más larga entre rejas, aunque tampoco le sirvió de escarmiento.
Tras varios delitos más con sus respectivas sentencias, esta vez cumplió con las 125 horas de servicios sociales que tenía pendientes.
“¡Misión cumplida! Terminé mi servicio a la comunidad”, publicó Lohan en su cuenta de Instagram.