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jesus.diaz@clabsa.com.mx
¡Increíble! Poner los pies dentro de un elevador espacial, una peculiar máquina futurista que se mueve por mundos alternos en cuestión de segundos. Los materiales, como debe ser, son de primera calidad: cinta canela y alambritos escondidos, rejillas metálicas en el piso, tarjetas madre de computadoras obsoletas y botones con lucecitas que prenden sin ningún objetivo…
Estar en el set de una serie de ciencia ficción es similar a mirar tras bambalinas un espectáculo de magia. Acá no sólo es buscar un escenario ad hoc para contar una historia sino crear todo un universo con un presupuesto que nunca es suficiente y para el que, más que un sofisticado software, se requiere creatividad e ingenio.
“La ciencia ficción es más un desafío porque requiere dinero”, reconoce Joseph Mallozzi, creador de Dark Matter, serie que se transmite los miércoles a las 20:00 horas en Syfy. El canal se ha especializado en este género, considerado riesgoso por muchos: la tecnología ha avanzado, pero el desarrollo además de costoso puede ser tardado. Una serie no es una película de Hollywood y eso lleva a los creativos a innovar.
Una regla implícita en cualquier rodaje para televisión es no dar presupuesto, pero Mallozzi no tiene reparo en decir que cada capítulo tiene un costo de 2 millones de dólares, son 13 episodios por temporada.
“Hay que economizar, intentas asegurarte de que todo el dinero termine en la pantalla. Y ya sabes, eso te impulsa a ser más creativo”, remarca.
En pantalla nada de eso es visible. Dark Matter (cuya tercera temporada está en las pantallas mexicanas) tiene toda una legión de fans. La historia comienza con seis personas que un día despiertan en una nave espacial sin recordar su pasado, cada uno descubre paulatinamente que tienen un lado oscuro que los lleva a descifrar lo que realmente son; hay planetas, viajes y una guerra intergaláctica. La fórmula ha funcionado: 1.28 millones de personas vieron la premier en Estados Unidos, con 88% de críticas positivas en el portal Rotten Tomatoes.
Muchas producciones de ciencia ficción se realizan en Canadá por la versatilidad de sus espacios y la facilidad de rodar en sus sets —a la par de buenos incentivos fiscales—. Ahí se gestan series como la propia Dark Matter y Killjoys (que llega este 2 de agosto). EL UNIVERSAL es uno de los invitados para conocer los sets de filmación de ambas series en Toronto.
Los trucos detrás de cámaras. El set de Dark Matter sorprende por sus largos pasillos que no llevan a ningún sitio, con vigas metálicas y otras que simulan serlo, en el que uno parece estar caminando por una nave, ilusión apoyada por las luces led bien colocadas para dar efecto de profundidad en espacios que pueden mutar con sólo mover uno que otro mueble.
El frente de la nave principal posee asientos especiales que no lo son tanto: alguien pudo comprarlos en una tienda de muebles de oficina y modificarlos. También pantallas táctiles que muestran números al parecer para abrir compuertas, pero que cuando uno las toca se convierten en tablets. Todo se economiza:
“Si haces una toma de aquí, se ve de una forma, si cambias de posición, parece que estás en otro lado”, dice alguien del equipo creativo.
El primer “truco” es crear un universo con referentes de toda la vida: Isaac Asimov, George Orwell, Julio Verne, Aldous Huxley... Luego inspirarse en los grandes de medios audiovisuales, como Star Wars y Star Trek, pero a la vez innovar: ropas, personajes, planetas, naves y armas.
“Cuando comencé la idea de la serie, había alrededor de una biblia de 50 páginas sólo por la emoción, no porque intentara vender la idea”, comparte Michelle Lovretta, creadora de Killjoys.
En un nuevo recorrido, por el set de esta serie, la estética es muy diferente: hay un largo plató blanco iluminado que, como se nos muestra en un mapa, pertenece a una pequeña parte de una gran nave imaginaria. Junto a ese sitio, destaca un equipo especializado en crear armas y gadgets ad hoc.
Algunas son réplicas modificadas, pero muchos son artilugios que se compran en tiendas de pulgas: una pequeña mezcladora de sonido más una lamina de plástico que simula una pantalla y ya tienes un identificador de frecuencias interestelares.
Destaca otro que emula a una cantina futurista totalmente distinta a la nave: sucia, con el piso terroso y mal iluminada. Se entiende. Killjoys está ambienta en una galaxia lejana donde los habitantes del planeta Qresh han colonizado sus tres lunas, creando mundos diferentes, más conocidos como Quead. Las diferencias sociales y económicas de estos nuevos mundos hacen que el gobierno cuente con un grupo de caza recompensas —llamados Killjoys— para aliviar el descontento de la población.
Los creativos coinciden que la ciencia ficción es un género osado, pues la gente busca que, aunque no sea real, todo sea verosímil, es decir creíble.