El proyecto de realidad virtual del director Alejandro González Iñárritu trajo una experiencia nueva a Cannes, la de la inmersión total en un filme en el que el espectador también es protagonista.
Durante los próximos 11 días sólo 700 periodistas de los más de tres mil acreditados este año en el Festival podrán experimentar en carne propia los seis minutos y medio en los que Iñárritu adentra a las personas en la experiencia en el desierto de los inmigrantes que cruzan la frontera de México hacia Estados Unidos.
La experiencia se realiza lejos del epicentro -aproximadamente a 20 minutos- del certamen en un lugar especialmente creado para vivirla. No se permite tomar fotos, ni vídeo, hay que ponerse un traje especial y unos lentes y quitarse zapatos y calcetines.
Una vez dentro del recinto comienza el vértigo. Imágenes en tercera dimensión hacen sentir que realmente estás siendo acechado, perseguido y el miedo de la cacería humana. El filme logra transmitir angustia e incertidumbre, es tal cual, como si estuvieras en medio del imponente desierto expuesto a la crueldad humana de los cazadores de indocumentados. Al final de la experiencia, las historias de los inmigrantes son reveladas.
“Lo cierto es que no sabemos nada de la realidad virtual todavía, es una tecnología que está en pañales pero que tiene miles de posibilidades y que es el futuro del cine. Yo tuve que aprender todo desde cero pero por eso lo disfruté tanto, porque me costó mucho trabajo y fue un gran reto que valió la pena”, adelantó Iñárritu en una charla a la que acudió EL UNIVERSAL en el Festival de TriBeCa en Nueva York.
El proyecto de Alejandro llega a Cannes en un momento crucial cuando el debate principal de este año son los retos de la tecnología y la preservación del cine. Con Carne y arena, Iñárritu ha puesto sobre la mesa precisamente el ejemplo de que el cine aún tiene muchas posibilidades y campos de experimentación.
Se espera que Iñárritu llegue a Cannes y de más detalles de la creación de Carne y arena en los próximos días.
sc