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cesar.huerta@eluniversal.com.mx
Por ser judío, hijo de un destacado productor de cine mexicano y al ser bilingüe, el cineasta Arturo Ripstein fue elegido por su colega, el español Fernando Trueba, para trabajar en La reina de España, su más reciente filme.
La cinta es secuela de Belle Epoque, ubicada 18 años después de aquella.
“Ripstein es un viejo amigo y un gran director, es un tipo muy divertido y aunque tiene fama de ser muy agudo y de carácter fuerte, tenía características interesantes para el papel”, detalla Trueba.
La reina de España se estrenó en la península a fines de 2016; fue objeto de boicot en redes sociales, luego de que Trueba declarara al recibir el Premio Nacional de Cinematografía, que nunca se había sentido español ni cinco minutos de su vida.
El discurso fue matizado en ese momento, argumenta, pero esa frase fue suficiente para desatar la cólera en Twitter y Facebook.
En su día de estreno, La reina de España fue el título con más salas por encima de las hollywoodenses (340 cines), pero sólo alcanzó 400 mil euros, colocándose en el quinto sitio del top ten en ese momento.
Para México se están negociando con distribuidores. El filme fue presentado en el marco del Spanish Screening, donde productores españoles muestran a la prensa internacional sus recientes cintas listas para ser estrenadas en el orbe.
“Para mí el cine no es marketing, quizá lo hagan las televisiones y las majors (distribuidoras en EU), yo hago películas para los seres humanos, no quiero estudios de mercado, no cine prefabricado ni para tocar un mercado; cuando alguien emplea la palabra producto, me produce erupciones. A esta película le fue bien y fue reunir a la familia 18 años después”, considera.
“Estamos obnubilados por las redes sociales, es curioso ver cómo los medios, en lugar de ver y analizar, se ven al servicio de ellas, comentadores de ellas”, agrega.