Más Información
Familias de desaparecidos en Mazatlán irrumpen en evento de Sheinbaum; mandataria promete atender peticiones
Sheinbaum responde a Trump sobre declarar a cárteles como organizaciones terroristas; rechaza injerencia extranjera
PAN exige renuncia de Rubén Rocha Moya; Claudia Sheinbaum sigue protegiéndolo en “complicidad vergonzante”
No cesaremos ni nos rendiremos en nuestro llamado a la paz y justicia: Iglesia; pide ser persistentes en exigencia
cesar.huerta@eluniversal.com.mx
Hay una película mexicana que le fascina al cineasta Martin Scorsese y pocos lo saben: Enamorada, de 1946, protagonizada por María Félix y Pedro Armendáriz, bajo la dirección de Emilio Indio Fernández.
“En los tiempos libres”, narra el productor cinematográfico Gastón Pavlovich, “nos encantaba hablar de cine, de películas mexicanas y esa era la que más le gustaba a Martin”.
“Luego la buscábamos en Youtube y veíamos escenas, de esas que hizo el gran fotógrafo Gabriel Figueroa y al que él admira”, abunda el mexicano.
Pavlovich habla así, a la distancia, de Scorsese, a quien le produjo Silencio, filme que estrenó ayer en salas nacionales y cuyo director de fotografía, el también mexicano Rodrigo Prieto, busca el Oscar mañana.
La cinta está situada en el siglo XVII, cuando dos religiosos jesuitas (interpretados por Andrew Garfield y Adam Driver) son perseguidos por el gobierno japonés mientras intentan evangelizar la isla asiática.
Pavlovich (El estudiante) entró al proyecto que el también director de Los infiltrados y Toro salvaje había intentado levantar por dos décadas.
Cuando tuvo el primer encuentro con el abogado del realizador, éste le dijo que lo pensara bien, pues si abandonaba el barco a la mitad, las consecuencias serían desastrosas.
“Si le entras te lo vamos a agradecer y te vamos a ayudar, sino, yo me encargo de que nunca vuelvas a trabajar en Hollywood en toda tu vida”, le dijo el litigante de Scorsese.
Accidente en set. Gastón no dudó y aceptó el reto. Pero nada lo preparó para cuando en enero de 2015, en la preparación de un set, un accidente quitó la vida a una persona.
“Estaba la construcción en Nagazaki y había un templo desbalanceado, en el esfuerzo de reforzarlo, el templo cayó sobre los trabajadores.
“Scorsese estaba preocupado, triste, fue un bautizo (para Gastón) muy fuerte, acompañamos a la familia, se hizo una investigación y se determinó que fue accidente”, narra.
Rodrigo Prieto recuerda: “Todos pensamos que se caía la película, pero él la sacó”.
Luego de esto, el rodaje fluyó. Aunque claro con las condiciones climáticas de la zona boscosa.
“Era complicado, pero Martin era inspirador”, abunda Prieto, “le decía que iba a subir a la montaña a tomar una foto para ver la imagen y de pronto volteaba y ahí estaba él también a pesar de lo cansado”.
De parte de Pavlovich, el director de La última tentación de Cristo sólo tenía una recomendación: que no cambiara la historia, basada en la novela homónima de Shûsaku Endô, a la mitad.
“Porque si no, habría problemas legales”, comenta el productor.
En proceso de edición las cosas fueron amigables. Al mexicano se le preguntaba su opinión y acudía a ver los procesos en sala.
The irishman. La comunicación con Scorsese ya es total. Él fue quien recomendó a Gastón a Robert De Niro a sumarse al nuevo proyecto que arrancaría rodaje a mediados de año.
“Mientras que con Martin la comunicación fue más de creativo a productor, con Robert sí fue más de negocios, pero poco a poco ha ido cambiando también”, expresa.
Para la película una vez más se contará con la colaboración de Prieto, para filmar en Irlanda.
Y seguramente, una vez más, Martin y Gastón hablarán de Enamorada.