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Kalimba no sabía de la existencia de la leyenda que afirmaba que había pitufos asesinos, pero Apio hasta dejaba talco alrededor de la cama, para ver si descubría las pisadas de los suspiritos azules.

Ambos andaban en los cinco o seis años de edad cuando el rumor se hizo mundial y causaba miedo en los infantes del momento.

“¡Yo lo que quiero saber era en qué estado estaba quien los creó!”, dice bromista el ex OV7.

“Luego pienso, cómo ahorcar con esas manitas el cuello”, comenta riendo Apio, de Kabah.

Ambos platican en la cabina de grabación donde acaban de dar su voz a Tontín y Filósofo, respectivamente, personajes claves en Los pitufos en la aldea perdida que estrena en salas nacionales en abril.

Junto con Pitufina y Fortachón emprenden una aventura, tratando de escapar una vez más del malvado Gargamel y su gato Asrael. ¿Pero tienen características similares a los popularizados en las caricaturas ochenteras?

“A diferencia de ella, Tontín es más ingenuo que tonto; en la versión original era lento y zonzo, aquí es verlo que sí se tropieza o la riega mucho, pero es más porque se la pasa maravillado de su alrededor”, expresa Kalimba, cargando una figura pitufa que mide tres manzanas de altura, como en algún episodio detalla Gargamel.

Apio hace una pausa para asegurar que siempre se ha considerado como Filósofo, alguien que cree saberlo todo y si no lo investiga.

“Yo recuerdo que su voz siempre estaba en falsete y aquí me dijeron que no querían algo así, sino que sólo subiera mi voz para no perder mi esencia, y eso fue un gusto”, expresa.

Los dos contaron con el álbum de Los Pitufos, donde se oían temas como “Ring, ring” y “Veo, veo”, figuras también, aunque ninguno recuerda dónde se han quedado en estos años.

Su carrera en el canto, comentan, les ha ayudado a dar el tono y los tiempos.

Para Kalimba le permite reproducir la voz que escucha en inglés y con eso, apegarse a los requerimientos de la cinta y a Apio, a saber controlar la respiración en micrófono.

“Creo al momento de gritar o cantar, nos cansamos menos”, dice.

¿Y de la controversia sobre tener en filmes a star talent, desplazando a profesionales del doblaje?

Kalimba comenzó en esto a los seis años y hasta los 18, dejando una pausa importante.

“Es válido dar una oportunidad a todos, se ha convertido en una moda de la industria, ya vieron que funciona, que les hace mucho bien y, si yo invierto en una película, nadie más que yo tengo el derecho a ver cómo recuperar el dinero”, subraya.

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