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Asegura Variety, la Biblia del cine, que el año pasado ha servido, entre otras cosas, para demostrar la defunción del sistema de estrellas. Johnny Depp es el actor menos rentable de Hollywood (comparando salarios con las taquillas de sus películas), Tom Cruise ya no tiene el jalón de antaño, Brad Pitt y Angelina Jolie han visto sus nombres más veces publicados en relación a su divorcio que por sus éxitos.
Pero el mundo del cine, cierra balance con los Oscar que se entregarán el 26 de febrero, con una ceremonia que conducirá Jimmy Kimmel.
La Academia está atravesando un proceso de rejuvenecimiento y apertura interracial.
Y la espléndida La La Land ha acabado siendo las más blanca de las apuestas. También podrían entrar Hell or High Water y Manchester junto al mar, de Kenneth Lonergan. Porque las otras grandes contendientes con calidad contrastada hablan más de mundos afroamericanos e hindúes: Moonlight, de Barry Jenkins; El nacimiento de una nación, de Nate Parker, que él mismo escribió y protagoniza; Lion, de Garth Davis, y Loving, de Jeff Nichols, llamado a ser un clásico.
Lo que va mal todavía es la lucha por equiparar el porcentaje de directores y directoras y en general de mujeres en las películas de Hollywood.