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Para filmar o grabar en calles o parques de gran parte del territorio mexicano, no es necesario pagar permisos y hasta las producciones pueden obtener ayuda gubernamental para financiar transporte y hotelería.

En Guerrero, donde recientemente William Baldwin (Sliver: invasión a la intimidad) y Ana Serradilla participaron en un thriller policiaco, se tramita gratuitamente lo necesario, bajo la idea de que un filme es vehículo promocional turístico.

En Veracruz pasa algo similar, ayudando también a gestionar encuentros con dueños de zonas particulares, para allanar las negociaciones.

Y hay lugares como Durango, donde el presupuesto asignado a la Comisión de Filmaciones local puede ser utilizado para ayudar a producciones en el pago de habitaciones y boletos de avión del filme.

Esto último, dice Christian Sida-Valenzuela, director de la comisión duranguense de filmaciones, ayuda a que los productores decidan quedarse en la entidad mexicana.

“Es una manera de atraer producciones y que dejen algo aquí, nunca damos el dinero, nosotros hacemos todo”, señala.

En un documento de la Red Nacional de Comisiones Fílmicas México se establece que de 2010 a la fecha, los rodajes en territorio nacional han generado una derrama económica de casi 13 mil millones de pesos.

Esta cifra es seis veces más de lo que el gobierno federal ha dado en total al Instituto Mexicano de Cinematografía, en el mismo periodo.

La cifra no contempla lo producido por la industria televisiva y publicitaria en el país.

La Ciudad de México, donde se cobra el uso de calles, se erige entre 2010 y 2016 como la plaza sede por excelencia en rodajes de filmes.

Se contabilizan cerca de 300 filmaciones cinematográficos, entre nacionales y extranjeros (como Spectre, con James Bond), seguidos por el Estado de México y Guadalajara, con 32.

Puebla, Baja California y Veracruz siguen en la lista.

La cifra crece exponencialmente al contemplarse otras producciones audiovisuales, pero no existe un padrón exacto. Tan sólo en Guerrero entre videos, documentales, comerciales y películas, durante 2016 se registran 56 producciones hechas.

En la capital mexicana las tarifas a pagar, dependiendo la zona y el área a ocupar, si es peatonal o vehicular, oscilan entre los 794 y cinco mil pesos, al día. El 50% se destina a la Comisión de Filmaciones local y el otro para el Fideicomiso para la Promoción y Desarrollo del Cine Mexicano en la capital nacional.

Spectre por una semana desembolsó casi 60 mil pesos.

“Cuando una producción llega, no solamente deja derrama de dinero, sino que da empleo a muchas personas locales; la de Baldwin contrató a 50 personas para el crew y muchos extras”, destaca Víctor Sotomayor, resposable de la comisión de Guerrero.

“Entonces por eso los trámites son gratuitos, somos quienes debemos hacer lo posible para que una producción llegue”, comenta.

Se estima que anualmente, de acuerdo con datos del Instituto Mexicano de Cinematografía, el audiovisual genera en promedio 250 mil empleos entre formales e informales.

En Baja California, desde 2010 se registran cerca de 10 mil empleos tanto directos, como indirectos.

Impuestos hoteleros. Las comisiones son órganos adscritos, dependiendo de la entidad, a las secretarías de Turismo, Cultura o Economía, quienes les asignan presupuesto.

En Durango, para crecer sus arcas, se ha puesto que el 2% de lo generado en ocupación hotelera se vaya directamente a la Comisión.

“Nuestros presupuesto este año fue de siete millones y con lo de los hoteles, se dio como un millón más, de ahí salen los gastos que requerimos”, expresa Sida-Valenzuela.

“También lo que hacemos cuando hay una zona de particulares que gusta a la producción, es ver con el dueño para que no cobre, a cambio de que le dejen algo”, apunta.

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