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Carrie Fisher, mejor conocida como la Princesa Leia, declaró en 2010 que su adicción a las drogas comenzó en 1980 durante el rodaje de El Imperio contraataca, película de la saga de Star Wars.
Trabajó en las tres cintas de la clásica saga cinematográfica; sin embargo, su adicción hizo que padeciera una sobredosis, por lo que terminó en una clínica de rehabilitación.
Su situación con las drogas fue dada a conocer por la actriz en 2008, cuando publicó una autobiografía donde también abordó sus batallas contra el trastorno bipolar y la adicción a antidepresivos.
La hija del cantante Eddie Fisher y la actriz Debbie Reynols narró en la publicación el trauma que atravesó tras el abandono de su padre, quien dejó su familia por la actriz Elizabeth Taylor.
Sobre su paso por clínicas especializadas la actriz aseguraba: "Sí, he estado en muchos de esos lugares. No son malos. Uno puede encontrar un grupo que puede ser muy divertido. Uno tiene que ser, es la meta. Más bajo no se puede caer, salvo que uno esté conectado a un repsirador artificial".
En 2013 Fisher tuvo que ser hospitalizada después de protagonizar un episodio en un crucero, a causa de su trastorno bipolar. Su representante comentó aquella vez: "Hubo un incidente médico relacionado con el trastorno bipolar de Carrie Fisher. Fue al hospital poco después de ajustar su medicación y se está sintiendo mucho mejor ahora".
En una correspondencia que publicó The Guardian el pasado 30 de noviembre, la actriz aseguró que sabía de su bipolaridad desde que tenía 24 años, sin embargo aceptó el diagnóstico hasta cuatro años más tarde, cuando tuvo una sobredósis y después estuvo sobria. "Sólo entonces pude ver que nada más podría explicar mi comportamiento", apuntó.
nrv