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cesar.huerta@eluniversal.com.mx
Sólo 200 pesos cuesta traer, durante una semana y sin la obligación de lavar, una de las camisas originales traídas por El Cochiloco en la taquillera El infierno o, un poco más, si desea ponerse el abrigo que el personaje de pordiosero usó Damián Alcázar en Un mundo maravilloso.
También puede portar una casaca de motociclista usada por Pedro Infante en A toda máquina o un vestido hecho a fines del siglo XIX, que recientemente fue utilizado en La habitación, de pronto estreno.
“La gente viene por un disfraz de superhéroe, luego ven las cosas que tenemos y se van feliz con lo raro y extraño de las prendas que hay”, dice María Estela Fernández.
Ella es socia del Baúl Cinematográfico, ubicado en la calle Chihuahua de la colonia Roma y que cuenta con las prendas que se encontraban en los Estudios Churubusco desde la primera mitad del siglo XX y que ahora pueden ser rentadas por quien quiera.
Ella misma ha creado varias de las prendas que ahí existen, como parte de su trabajo de diseño de vestuario, en cerca de 30 filmes entre nacionales y extranjeros, en los últimos 25 años.
En su foja destacan La ley de Herodes, El crimen del padre Amaro, Perdita Durango y la serie Narcos.
“Desde chica tenía mucho interés la actuación o dirección de teatro, tengo un pasado de estudios en actuación, pero tuve la suerte en dos ocasiones, como actriz, de ser vestida por Fiona Alexander (mamá de Diego Luna) y encontré algo ahí en ello”, recuerda.
“Lo que hace el vestuario es presentar al personaje desde antes que hable, por su ropa, la gente ya sabe quién o de dónde viene”, considera.
Con Depp. Fernández recibió la oportunidad de ser responsable de vestuario de la mano de Luis Estrada con Bandidos y no ha dejado de trabajar.
Vistió al ganador del Oscar, Javier Bardem, en Antes de que anochezca y al cubano Andy García en Cristiada.
Pero es Johnny Depp, el de Piratas del Caribe, quien le solicitó algo.
“Después de rodar Antes de que anochezca, le pregunté si iba a querer algo de vestuario y me dijo que sí, pero no del que había usado sino el de un traje de prisionero que le había gustado, todo chilapastroso, maltradao y con hoyos, para su colección”.
“Imagínense que algo que uno confecciona le guste tanto a alguien para pedirlo, muchos lo piden discretamente, a veces se puede”, apunta.
Lo que se ve de Andy García como líder de los religiosos en el filme situado en la época cristera fue confeccionado por Fernández y su equipo de colaboradores. “Menos los sombreros, que eran traídos de Italia”.
César Chávez, dirigida por Diego Luna y estelarizada por Michael Peña, quien llegó a necesitar más de 50 cambios de vestuario y todo original.
“Es algo que quizá la gente no vea conscientemente, pero de que está y puede verse, sí”, comenta.
Mucha de la ropa cofeccionada se la quedan los productores. Con ellos se establece si es necesario comprar tela o puede hacerse uso del acervo del Baúl, que tiene carrilleras, uniformes militares o policiacos.
“Creo que mucho podría conservarse en un museo como hay en otros países, pero aquí no se le reconoce, tampoco hay una carrera para saber vestir en cine y se necesita”, concluye.