El mexicano Amat Escalante y el ruso Andrei Konchalovsky se llevaron hoy, "ex aequo", el León de Plata al mejor director de la 73 edición de la Mostra de Venecia por "La región salvaje" y "Paradise", respectivamente.
Escalante afirmó que es "increíble" y un "honor" ganar este premio en un festival donde se han proyectado tantos filmes que le "han inspirado".
"Creo que mi cine nació aquí", dijo el realizador en inglés para pasar al español en el agradecimiento a sus actores Ruth Ramos, Jesús Meza, Eden Villavicencio y Simone Bucio.
Y también se acordó de realizadores como su compatriota Carlos Reygadas o el francoargentino Gaspar Noé "por su generosidad".
Konchalovsky, por su parte, dedicó su premio a la memoria de los hijos de su "gran patria rusa, que sacrificaron sus vidas por salvar a niños hebreos en una batalla contra el nazismo".
Un premio compartido para dos películas completamente diferentes.
Arriesgada y polémica la de Escalante, que plantea una reflexión sobre la homofobia y el machismo que dividió en Venecia, con la historia de una mujer atrapada por el deseo de una criatura alienígena.
Una criatura que representa la parte de los humanos que es impredecible y que es libre, sin fronteras, y que surgió al no poder encontrar respuesta a situaciones que se producen a su alrededor, según explicó Escalante en una entrevista con Efe tras presentar el filme.
"La región salvaje" es una película con la que Escalante se ha acercado al terror, algo que buscaba desde hace tiempo porque es su género favorito, pero con un estilo muy particular.
Premio al mejor director en Cannes por "Heli" en 2013, es la cuarta película del mexicano y la primera que se sale del realismo más crudo que caracterizaba su cine hasta ahora.
Escalante compartió su premio con el mayor clasicismo del veterano Konchalovsky, que ahondó en el drama del Holocausto a través del testimonio de tres personajes muy diferentes, un oficial de las SS, una aristócrata rusa y un policía francés que colabora con los nazis.
La película de Konchalovsky fue muy bien recibida en Venecia, con su planteamiento seco, en blanco y negro, y una emoción contenida que contrasta con lo que ocurre en el segundo plano de una historia que cuenta más de lo que deja ver. EFE