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Los Ángeles.— ¿Qué mejor porción mágica puede surgir de reunir en un caldero mágico y cinematográfico a la imaginación del director Steven Spielberg, el cuentista Roald Dahl y al estudio Disney? El resultado se manifiesta en la película de estreno El buen amigo gigante.

Con clásicos como E.T., el extraterrestre, la serie de Indiana Jones y Parque Jurásico, entre muchas otras, su realizador Steven Spielberg es una leyenda viviente, pero curiosamente es hasta El buen amigo gigante, que trabaja para la casa de Mickey Mouse, sumándola ya a su filmografía de 30 cintas dirigidas.

Spielberg se enamoró del cuento de Roald Dahal, responsable de libros clásicos como Matilda y Charlie y la fábrica de chocolates, contratando a su escritora y amiga Melissa Mathison (E.T., El corcel negro), para la adaptación al cine. La guionista falleció a poco de haber entregado su adaptación.

Atraído por una historia que en el Reino Unido y Estados Unidos se cuenta tradicionalmente a los niños antes de acostarlos, Spielberg vio en el texto de Dahal la posibilidad de hablar de la magia generada por la alquimia de lo sueños de los humanos.

Los embajadores de la historia son la pequeña Sophie (interpretada por la novel niña de 12 años, Ruby Barnhill) y el gigante interpretado por Mark Rylance, quien recién este 2016 ganara el Oscar de Mejor Actor de Reparto, en Puente de espías’, bajo las órdenes del mismo Steven.

“Después de Puente de espías, Steven me dijo que nunca había trabajado con un actor de manera tan seguida, como conmigo. La verdad creo que yo haría cualquier cosa por estar al lado de él en un proyecto. Es difícil saber exactamente porqué Spielberg me llama a hacer películas, pero sí puedo decir que nos la pasamos contentos juntos”, trata de explicar Rylance a EL UNIVERSAL, quien volverá a estar bajo las órdenes de Spielberg en la película Ready player one (2018).

El actor de 56 años y que también tiene carrera exitosa en la televisión y teatro británico, describió el método de Spielberg como muy instintivo y buscando capturar la frescura del momento.

“Steven estaba muy preocupado que Ruby fuera ser presa de la monotonía de un rodaje y cayera en el aburrimiento. Así que mis ensayos eran con una niña que interpretaba a Sofi —mientras la actriz descansaba o jugaba— y cuando ya filmábamos Ruby entraba a escena”, describe Rylance, cuyo personaje es un alquimista.

Entre los retos de traer gigantes a la pantalla, fue la concepción del propio Spielberg de que en el mismo encuadre de la pantalla pudieran ver al gigante y a su niña amiga. Dos estamos tremendamente opuestos.

“Llegamos a filmar hasta el mismísimo palacio de Buckingham y ahí sucede una escena donde me tuvieron que subir en una grúa, para que Ruby y la actriz que interpretaba a la Reina Isabel II (Penelope Wilton) pudieran ver mi actuación e interactuaron conmigo. Yo usaba micrófono para que me escucharan desde las alturas”, ríe Rylance, recordando.

El también exponente durante décadas de la escuela shakesperiana, interpretando al icónico Ricardo III, dijo que aunque parezca un cuento aparentemente para niños, El buen amigo gigante, que llegó a cartelera este fin de semana, además del reto de ser capturada su actuación por la animación digital, también le exigió su manejo del lenguaje de cuento de hadas.

“Como escritor Dahl creó esta variación del idioma inglés que es el llamado ‘Gobblefunk’, que significa transformar algunas palabras y hacerlas sonar como su significado de gusto o disgusto, otras veces comiéndose letras, o adjetivando de más.

“Eso me requirió abordar el libreto como lo hago con Shakespeare y me resultó muy emocionante”, concluye Mark, “pero lo que más me gustó son las orejas gigantes y sexy que me pusieron”.

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