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julio.quijano@eluniversal.com.mx
Punta del Este.— Humor y política. Eso fueron los Premios Platino. Y para México, derrotas. Ricardo Darín estaba destinado a ser la figura central al recibir el Premio de Honor y lo hizo con un discurso emotivo y copiado (el mismo lo confesó) de lo que dijo hace un año Antonio Banderas al recibir el mismo reconocimiento.
“Odio los discursos”, dijo evocando el “Yo no vengo a dar un discurso” de Gabriel García Márquez.
Darín habló con emotividad: “Muchas veces nos sentimos inhibidos ante el apabullamiento de las superproducciones. No bajemos los brazos”.
Y dio una solución para que el cine iberoamericano enfrente al de Hollywood: “Debemos responder con talento, creatividad, imaginación y atrevimiento. Así se puede suplir la falta de presupuesto. Lo que necesitamos es confianza”.
Sólo una cosa hizo sombra al protagonismo de Darín en los Premios Platino, que reconocer a lo mejor del cine iberoamericano y que se hizo en esta ciudad uruguaya justo en época del invierno austral. Fue El abrazo de la serpiente la otra protagonista. Ganadora de siete premios, la película colombiana que explora la sabiduría de las tribus amazónicas a partir de una historia cruda y conmovedora.
Ganó, entre otros, el de Mejor dirección y película, momentos que aprovechó el director Ciro Guerra para hablar en favor de la paz.
“Espero que sea el momento de la paz, por fin, que todas las historias sepultadas por la violencia, comiencen a salir y que los cineastas seamos los que las contemos”, señaló.
La argentina Dolores Fonzi ganó como Mejor actriz por su papel en la película Paulina.
La ceremonia había comenzado con Santiago Segura haciendo del sarcasmo su sello a la hora de conducir el evento. Y puesto que tenía en primera fila a Paulina Rubio, el actor y director se saltó lo políticamente correcto para envolverla en una broma. “Ven acá, dame un beso”, le dijo Segura con su peculiar acento español.
Paulina se sintió halagada y hasta se levantó. Luego Santiago le plantó besos en ambas mejillas y le dijo: “Al fin que tú ya tienes dos matrimonios, uno de ellos con un español… que no te fue muy bien pero bueno…”
La química con su coconductor, el comediante mexicano Adal Ramones, no fue tan buena como la que tuvo hace un año con Eugenio Derbez pero su rutina de odio mutuo funcionó: Adal supuestamente llegó tarde a la ceremonia porque Seguro lo dejó encerrado en un baño, así que durante el resto de la ceremonia Ramones intenta hacer lo mismo con él.
Y en dos momentos surgió el villano favorito de la Latinoamérica de hoy: el candidato republicano a la presidencia de EU, Donald Trump. “¿Y sí van a construir los mexicanos el muro?”, le preguntó Segura. El mexicano contestó: “Sí, lo vamos a construir pero para defendernos de él”.
Al ganar el premio Cine y Educación, otorgado por primera vez, la cineasta Anna Muylaert gritó “Fuera Temmer”, en evidente reclamo en contra de Michel Temmer, el presidente interino que sustituyó a Dilma Rousseff. La Premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú, entregó el premio por Que horas ela volta? (¿A qué horas vuelve ella?)
El tono político siguió, aunque con ironía a partir del monólogo del escritor venezolano Boris Izaguirre, quien insinuó con sutileza (y a partir de analogías con los títulos de los filmes nominados El Clan y El Club) que los Trump consumen bastantes sicotrópicos.
Las derrotas de México. Para el cine nacional fue una noche triste. La ceremonia comenzó, de hecho, con el premio a Mejor Ópera Prima, en el que estaba nominada 600 millas, de Gabriel Ripstein. Pero la categoría fue ganada por Ixcanul, la película guatemalteca que ya tiene en sus vitrinas también un Oso de Berlín.
Tampoco fue elegido el músico Pascual Reyes, cuyo trabajo en Ixcanul perdió ante el de Nascuy Linares.
La derrota más impactante fue en animación; había tres mexicanas nominadas: El americano, Un gallo con muchos huevos y Don Gato 2. De las tres ninguna ganó. La categoría fue para Atrapa la bandera, filme español cuyo productor, Nicolás Matji, reconoció a sus contrincantes: “La animación mexicana tiene un impulso bárbaro, a mí me daba un miedo… los huevos sobre todo”, expresó.