Cine

Inician los X-Men la gran temporada

La nueva entrega del mundo de los mutantes marca el comienzo de los lanzamientos de los 'blockbusters' cinematográficos más esperados

Oscar Isaac es el encargado de dar vida al villano Apocalipsis (CORTESÍA)
18/05/2016 |23:10
Redacción El Universal
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qhacer@eluniversal.com.mx

La mata de cómics traspasados al cine sigue dando frutos.

Comienza a sentirse un poco el cansancio, tras Batman vs. Superman —que marca el inicio de la nueva era post Nolan—, y Capitán América: civil war.

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Lo interesante de ambas cintas es que demostraron que la clave está siempre en el villano. Lex Luthor (Jesse Eisenberg) resultó un sociópata a la altura: decide sólo por el gusto de echar a perder la fiesta que debe revivir al único villano que puede darle pelea a Superman (Henry Cavill).

A su vez, el coronel Zemo (Daniel Brühl), ingeniosamente se planteó “destruir un imperio” recurriendo a convertir al amigo en enemigo; logró con éxito enfrentar a los Avengers.

Los X-Men, por su parte, son la franquicia con más títulos filmados. Dándose el lujo de reinventar sus orígenes con lo que ahora resulta una trilogía que llega a su fin. En el filme uno, X-Men: primera generación (2011, Matthew Vaughn), Eric Lehnsherr (Michael Fassbender) descubría sus poderes ante las puertas de un campo de concentración en la ocupada Polonia de 1944.

Ahora en la entrega tres, X-Men: Apocalipsis (2016, Bryan Singer), Lehnsherr, c. 1983, es llamado para ser uno de los cuatro jinetes de En Sabah Nur, Apocalipsis (Jason Isaacs con kilos de Max Factor en el rostro), el supuesto primer mutante de la historia que ha permanecido en hibernación más de 5 mil años.

La motivación de Lehnsherr, mejor conocido como Magneto (Fassbender cada vez con menor convicción), es que Apocalipsis con sus infinitos poderes le presenta la realidad de Auschwitz.

Ante la evidencia del horror, lejos quedan los días de Lehnsherr como amigo del profesor Xavier (James McAvoy cada vez con mayor exageración) y su alianza, que muy fructíferamente les ayudó a resolver las crisis de los mísiles en 1962, y la de la era Nixon 1973 de la entrega dos, X-Men: días del futuro pasado (2014, Singer).

Ahora Magneto se une a un dios infalible y genocida; enfrentará al Team profesor Xavier, como ya es canónico en estos filmes. ¿Cómo podrán vencer los juveniles e improvisados X-Men a un dios?

En estas cintas, a mayores dimensiones del malvado, mayores dificultades para someterlo. También mayor destrucción.

Ultrón (James Spader) deseaba acabar con el mundo sólo porque sí, porque carecía de conciencia al ser una simple forma de energía que actuaba sin razón ni moral.

Apocalipsis lo hace por motivos similares y porque con ello confirma que es un dios. Es un megalómano y por eso menos interesante; lo inhumano ya aburre.

Lo inquietante de Magneto es que su motivación es Auschwitz. Esto, como rito de paso, banaliza absolutamente el mal más espantoso en la historia de la humanidad.

El filme hace tan superficial a Magneto que lo vuelve un deplorable fascista abusivo: para vengar el Holocausto se une al exterminio, olvidándose de cuántos hombres lucharon en su momento contra el nazismo.

Singer, quien inauguró esta franquicia con X-Men (2000) y X-Men 2 (2003), buscando darle novedad a esta conclusión de la trilogía repite lo ya visto en otros films de la serie (Quicksilver, p. ej., congelando un momento para alterarlo); usa la misma bolsa de trucos vista en otros X-Men films. De nuevo el equipo bueno del profesor X contra el malo de Magneto; el primero dirigido por Raven (Jennifer Lawrence) y una nueva Jane Grey (Sophie Turner, de Juego de tronos, que para eso son las series de televisión de culto, para alimentar cintas evento); y el segundo por Psylocke (Olivia Munn con sugerente atuendo de stripper antes que de malvada).

Apocalipsis deja en el aire la lógica de sus actos.

¿Por qué destruir el mundo? Queda claro cuán cerca están estas cintas de la fatiga total.