Cuando bajó de la avioneta sobre la cual acababa de pelear a miles de pies de altura, “doblando” a Bárbara Mori en una escena de acción, la stunt Priscila  Sólorzano se preguntó por qué lo había hecho.

Estaba atada con un cable de  seguridad  y había un paracaidista como medida precautoria en caso de que algo fallara y cayera al vacío.

En otra ocasión, su colega y amiga Paola Hernández se lastimó  el mango rotador de un hombro, que la puso en inactividad durante  medio año.

A ella le gustan las alturas y  ha sido requerida en anuncios donde debe saltar de una altura de 15 metros, desde la orilla de una barranca, con colchones para protegerla de la caída.
Priscila y Paola son dos de las stunts mexicanas más cotizadas.

Ellas han sido encargadas de hacer las secuencias de riesgo y acción de actrices  como Salma Hayek y Penélope Cruz en la película Bandidas, y  Martha Higareda en comerciales, así como simular ser gente común a las que les cae un luchador encima, tal y como se ve en la película Nacho libre, protagonizada por Jack Black.

Pero no son improvisadas. Desde niñas, cada quien por su lado y sin saber que se dedicarían a este trabajo, practicaron gimnasia, danza  o circo acrobático, lo que le dio a su cuerpo elasticidad y habilidades explotadas en el mundo donde se desempeñan.

“Aún así, la eterna discusión con mi papá es que no le muestre lo que hago, porque no le gusta”, dice  Paola.

“Mi mamá pregunta por qué lo hago y mis hermanas están orgullosas”, agrega esta chica de 36 años.

En ocasiones son ellas mismas las que deben convencer al actor a que sean normales en escenas duras.

Priscila fue la doble de acción de la española Paz Vega en Espectro. Y debía ser golpeada fuertemente por el personaje de Alfonso Herrera.

“Siempre me dicen que no quieren lastimarme y  no es que sea un tema de discriminación, sino que es una forma del hombre proteger a la mujer, pero entonces platicamos cómo es la escena, ensayamos, le  explican al actor  cómo me tiene que agarrar y yo me preparo para que se vea un impulso real, aunque nunca me toquen”, detalla la entrevistada de 38 años.

¿Y de paga? Las stunt aseguran que no ganan menos que los hombres, a menos de que sea una labor más complicada que las hechas por ellas.

Paola está casada con un stunt y él realiza saltos que pueden incluir edificios. “A veces a nosotras nos tocan cosas pequeñitas y, claro, se cobra con base en la dificultad de lo que se vaya a hacer; evidentemente a los hombres a lo mejor les dan más confianza en escenas de riesgo, como en autos y cosas así”.

Pero en realidad, dice, ser mujer no la ha minimizado en este trabajo.

“A mí solo en una ocasión me quitaron de un video para Jennifer López, pero por las habilidades que se requerían y lo terminó haciendo un chavo que es de los mejores rankeados en el mundo, no por otra cosa”, recuerda.

Para ser stunt se debe hacer ejercicio y entrenar constantemente. Y aunque siempre van protegiendo, minimizando a cero los riesgos de su vida, no dejan de ser humanos.
“De repente sí te preguntas qué estás haciendo, pero es algo a lo que estás acostumbrado y te da cierta adrenalina”, indica Priscila.

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