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cesar.huerta@eluniversal.com.mx
El próximo 28 de febrero, el director Alejandro González Iñárritu, el cinefotógrafo Emmanuel Lubezki y el diseñador de sonido, Martín Hernández, deben llevarse el premio Oscar.
Eso considera Demian Bichir, miembro de la Academia de cine estadounidense y quien en esa calidad, puede emitir voto.
Los tres mexicanos se encuentran nominados por el trabajo hecho en El renacido, protagonizada por Leonardo DiCaprio, quien también buscará la codiciada estatuilla.
En caso de triunfar, Iñárritu alzaría su cuarto premio, tras lo obtenido el año pasado con Birdman; Lubezki lograría su tercer galardón consecutivo tras Gravedad y también Birdman.
“Tendrían que ganar porque es una película redonda en todos los departamentos, la gente dirá que ya ganó el año pasado, pero afortunadamente hay ejemplos que demuestran lo contrario, de que en la Academia no se rigen así las decisiones.
“Si se basan únicamente por la obra que crearon, sí tendrían que ganar: el trabajo de El Chivo Lubezki es una poesía brutal y el de Martín (Hernández), bueno, como también votan por especialidades, la gente que hace sonido en la Academia va a poder distinguir la complicación, el esfuerzo sonoro requerido y, en ese sentido, se lo tiene que traer”, explica Demian.
De estreno
El actor de 53 años estuvo esta semana en México para promover el estreno de Los 8 más odiados, en la que actúa bajo la dirección de Quentin Tarantino (Kill Bill), compartiendo set con Samuel L. Jakcson, Kurt Russell y Tim Roth, entre otros.
La cinta se ubica después de la guerra de secesión estadounidense y gira en torno a un grupo de hombres que deben soportar una tormenta de nieve en una cabaña.
Bichir interpreta a Bob, un personaje de origen mexicano. Fue rodada en locaciones de Colorado, EU, a temperaturas bajo cero.
Eres antagónico, ¿en la vida real eras malo con tus hermanos, sobre todo con Bruno (su hermano menor, también actor)?
(Risas) Parece son los hermanitos chiquitos, para abusar de ellos, para darles de sapes, para perdirles cosas, en fin. Creo que no me quisiera tanto si habríamos abusado de él, pero sí creo que lo enviábamos al mandado. Ya saben que se escalonan los mandos ¿no?, entonces mi mamá le decía a mi papá que fuera por un poco de leche, él le decía a Odiseo (su hermano mayor), él a mí y yo a Bruno y él pues no tenía a nadie más (risas).
¿Jugaban a vaqueros e indios?
Sí claro, jugábamos mucho. Nosotros crecimos en Tlatelolco y jugábamos en la Plaza de las Tres Culturas o en el Parque de Santiago y dependiendo si te tocaba estar en los árboles, entonces eras indio, sino, vaquero.