Cine

Entre el intelecto y la ideología

Estrategias, confusiones y emociones son los ingredientes en estas películas que relantan historias difíciles de olvidar y, sobre todo, de pasar de largo

Un enfrentamiento que te atrapará con su historia (CORTESÍA)
25/02/2016 |02:15
Redacción El Universal
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La jugada maestra (2014, Edward Zwick) cuenta el enfrentamiento entre dos tipos de inteligencia. La desquiciadamente emocional del estadounidense Bobby Fischer (Tobey Maguire) cayendo en el abismo de la locura, y la del cerebral soviético ultra cool Boris Spassky (Liev Schreiber) que vive con cortesía (“¿estás bien Robert James?”) ese match del siglo, sin duda el capítulo más frío de la guerra fría.

Erase una vez 1972, el año en el que se enfrentaron de manera demasiado simbólica el campeón estadounidense Bobby Fischer (1943-2008) y el campeón soviético Spassky (nacido en 1937) en el juego ciencia que culminó con la victoria del primero. Zwick no cuenta exclusivamente este encuentro. Describe los orígenes de Fischer, único estadounidense en ser campeón indiscutible del ajedrez; sigue de cerca lo fundamental de la vida de ese prodigio de inteligencia en el país donde las victorias contra la URSS se celebraban por todo lo alto. También donde las dudas políticas invitaban a la sospecha.

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El guión de Steven Knight describe ajustadamente la vida de Fischer, que la fotografía de Bradford Young y el montaje de Steven Rosenblum traducen en fragmentos observados con diversas calidades visuales. Queda así al descubierto cómo funcionaba esa mente que imaginaba 300 mil opciones para cada jugada y por ello lentamente se cayó a pedazos. También por su excéntrica personalidad, irritantemente narcisista, como por la persecución que sufrió.

Zwick hace un film que funciona como tablero de ajedrez, con sus dos fichas, una negra y otra blanca, difíciles de diferenciar en principio aunque quien conserva los rasgos de cordura y humanidad es Spassky, mientras que Fischer oscila entre lo inestable de su psique en crisis alimentada por arrogancia o simple paranoia, que al igual que un reloj descompuesto, daba dos veces al día la hora correcta: cada que entraba a un cuarto lo despedazaba buscando micrófonos. Con razón.

Zwick, director de irregulares resultados, hace la crónica intimista de un hombre que siempre estalla por estar incómodo con su vida y logros, entregándose a un arrebato tras otro. La jugada maestra es un fascinante filme sobre la mente jugando ajedrez; sobre la brillantez de la inteligencia y el desastre que es usarla con intereses políticos.

Las Aparicio (2016, Moisés Ortiz Urquidi) es un tardío derivado de la telenovela homónima de mediano éxito allá por 2010 (guión de Verónica Bellver, Lucía Carreras, Leticia López Margalli & Nastassia Ibarra). Busca reinventar una supuesta inteligencia emocional sexista con conductas casi vistas como estampas a las que les falta media parte humana. No se trata del sobadísimo conflicto hombres vs. mujeres, sino de una inversión ideológica definible como hembrismo. Así que en tierra de machos, la hembra es reina y copia los mismos excesos, ya en su concepción matriarcal, ya en las relaciones cotidianas. Si los machos menosprecian a las mujeres, las hembras lo hacen con los hombres. Prefieren seguir dogmas conductuales de lugar común: desde la promiscuidad sexual al ejercicio del poder. Buscando la supuesta explicación de su churrealista maldición, las Aparicio ejercen un hembrismo idiosincrático lleno de sometimiento y segregación.

Para ser un filme de pretendida avanzada con trama elaborada a partir de diversas viñetas que corresponden por igual a cada personaje, apenas ilustra un argumento infestado de maniqueismos y, por supuesto, de una estética de telenovela amplificada al cine (foto de Alberto Anaya). Es el retrato de un resentimiento colectivo igual de atrabiliario que el peor machismo.