Más Información
Guardia Nacional blinda evento de Claudia Sheinbaum en Sinaloa; preveén asistencia de García Harfuch
No cesaremos ni nos rendiremos en nuestro llamado a la paz y justicia: Iglesia; pide ser persistentes en exigencia
Con reformas laborales, expertos ven estrategia de Morena; van a fortalecer su número de simpatizantes
Alito Moreno se reúne con familiares de prisioneros de Israel en Marruecos; pide su liberación antes de Navidad
SEP debe informar sobre objetos peligrosos en revisiones escolares: Inai; violencia escolar ha ido en aumento
La reciente captura del narcotraficante Joaquín El Chapo Guzmán y su relación con los actores Kate del Castillo y Sean Penn sin duda han puesto la atención de los medios en los cárteles mexicanos. Pero para el director del documental nominado al Oscar Tierra de cárteles (Cartel Land), la atención ha estado del lado equivocado.
“El tema no es Sean Penn, no es El Chapo, que incluso en la entrevista con el actor reconoce que nada cambiará cuando él no esté”, dijo el director Matthew Heineman en entrevista reciente. “El tema es el sufrimiento de los mexicanos, la corrupción que permite operar a los cárteles con impunidad, el ansia de droga de Estados Unidos que alimenta esa violencia, esa guerra.
“De eso es de lo que la gente debería estar hablando y estoy contento porque nuestra película se sitúe ahí”, añadió el realizador neoyorquino sin tener claro si el hecho de que se hable ahora tanto de los capos y sus cárteles le podrá ayudar o no a conseguir la preciada estatuilla con el filme.
En cualquier caso, se distanció de lo que considera un “circo mediático” y subrayó que Tierra de cárteles, disponible en iTunes y Netflix, apuesta por contar la realidad del crimen organizado “desde adentro, poniéndole cara humana a la violencia” y llegando a lugares insospechados.
Insólito. En esta historia de dos movimientos civiles armados a ambos lados de la frontera mexico-estadounidense, las balas parecen pasar sobre la cabeza del espectador, que puede ver, como nunca antes, un laboratorio artesanal de metanfetaminas dirigido por un hombre con uniforme de policía y escuchar los gritos desgarradores de un centro de tortura regenteado por aquellos que se habían levantado contra los abusos de las mafias y la ineficacia de las autoridades.
El resultado es un paisaje de fronteras difusas entre el bien y el mal, la justicia y la impunidad, el criminal y el policía. Un terreno incómodo en el que, como el propio director escribió en su Facebook al lanzar la película, nunca sabían si se encontraban “con los buenos o con los malos”.
El documental, el tercero de Heineman, es una producción mexicana-estadounidense narrada en inglés y español. Entre sus productores ejecutivos se encuentra Kathryn Bigelow, la primera mujer ganadora del Oscar a la Mejor dirección. Y entre sus múltiples reconocimientos se destacan los premios al Mejor director y a la Mejor cinematografía, en el apartado documental, en el Festival de Cine de Sundance de 2015.
Con una espléndida fotografía y secuencias cargadas de acción que parecen más ficción que realidad, Tierra de cárteles mete al espectador en la piel del veterano de guerra Tim Nailer Foley, líder de un grupo de paramilitares estadounidense, el Arizona Border Recon, que captura a inmigrantes indocumentados y lucha contra los cárteles. Y también en la de José Manuel Mireles, un doctor ahora encarcelado que se alzó en armas en Michoacán, en el occidente de México, para librarse de los Caballeros Templarios, un cártel que durante años extorsionó, violó y asesinó a muchos inocentes.
“En cierto sentido es la historia de un determinado momento (en Arizona y Michoacán). En otro, es una historia atemporal que hemos visto desarrollarse en muchas partes del mundo cuando ciudadanos que se sienten abandonados por sus gobiernos y en manos de criminales deciden luchar”, indicó Heineman.
A más de un año del rodaje, lamentó que la tranquilidad que auguraban algunos michoacanos en la película, y de la que presumen hoy las autoridades mexicanas, no sea realidad.
“Los secuestros continúan, la violencia continúa, esa es una de las tragedias de esta historia”, se lamentó. “Diferentes actores haciendo las mismas cosas. Como dice el ‘cocinero’ de metanfetaminas en la película: si no lo hacemos nosotros, alguien más lo hará”.
Heineman confía, al menos, en que la nominación a los Premios de la Academia, a celebrarse el próximo 28 de febrero, contribuya a que el documental sea visto por más personas e incentive el debate sobre cómo romper el círculo vicioso de la violencia, la corrupción y la impunidad.