Los actores Jude Law y Colin Firth dieron vida hoy en la Berlinale al universo de Thomas Wolfe, un genio de personalidad extrema al que se contrapone con su equilibrado editor, más sus respectivas esposas, Nicole Kidman y Laura Linney.
"La relación entre esas figuras es realmente el centro del filme", explicó Michael Grandage de "Genius", su debut como director de cine tras su experiencia en el teatro, que fue proyectado en la sección a concurso de la Berlinale junto con "Soy Nero", del iraní Rafi Pitts.
"Genius" resultó ser la espita que "andaba buscando desde hacía tiempo" para dar el salto al cine, añadió, y el resultado es un filme de corte clásico, absolutamente lineal, magistralmente interpretado y centrado en los altibajos en la relación entre el autor y su editor-descubridor, Max Perkins.
Law da vida a un escritor que "trazó nuevos caminos literarios", en palabras del actor, a partir de una tendencia al exceso en lo vital y en lo literario que habría sido inabordable para cualquier otro editor sin la visión de Perkins.
Son dos hombre que viven "a velocidades distintas", añadió Law. Él se puso en la piel del irrefrenable egocéntrico, mientras que la tarea de Firth consistió en "imprimir vida" a los silencios de un editor que no se desprende de su sombrero ni para cenar en familia, pero que sí lo hará al leer la última carta del novelista.
Los caracteres de ambos son tan dispares como sus respectivos matrimonios, cuya supervivencia se verá amenazada con una tercera relación casi conyugal -la del tándem masculino-, para desesperación de ellas, Kidman en el caso de Law, y Linney en el de Firth.
Law, el hiperactivo Wolfe, y Firth, el contenido Perkins, bordan ante el espectador una bipolaridad tal vez más aparente que real, en la que uno va moldeando al otro.
En la contención del editor se esconde su punto de teatralidad, mientras que en el histrionismo de Wolfe hay un mecanismo de defensa ante efectismos superiores, como los amagos de suicidio de su mujer.
Redondean el organigrama de "Genius" otros célebres autores a los que Perkins, además de editar, probablemente moldeó y adoptó, Scott Fitzgerald y Ernest Hemingway, igualmente de personalidades y producción dispares.
"Genius" llegó a la Berlinale como una película necesaria, ya en el ecuador del festival, no solo por el despliegue de estrellas sobre su alfombra roja -solo Kidman faltó a la cita-, sino también porque empezaba a echarse de menos un filme cien por cien "made in USA" para aligerar la pantalla.
"Soy Nero" se sitúa en otra órbita del cine actual, representante de las corrientes de autores surgida de la mezcla de orígenes, migraciones y procedencias, como lo es Pitt, iraní de nacimiento, de ascendencia británica y actualmente residente en París.
Su historia parte de Tijuana, en la frontera entre México y Estados Unidos, para pasar a Beverly Hills y, de ahí, a un check-point estadounidense de Oriente Medio.
Nero -Johnny Ortiz- es un sin papeles que cruza ilegalmente la frontera en pos de su hermano, en Los Angeles, dispuesto a enrolarse en el ejército de Estados Unidos como fórmula para adoptar su nacionalidad.
Su sueño americano se estrella primero en la existencia real de lo que se esconde tras la fachada de la villa de Beverly Hills donde vive su hermano, tan falsa como la documentación que adopta de éste, y luego en el check-point perdido en tierra de nadie.
"He visto muchas películas de guerra, pero ninguna que aborde la realidad de los que se enrolan en el ejército de Estados Unidos para adquirir la green-card' y acaban deportados", explicó Ortiz, actor de origen mexicano, como su personaje.
"Mi propósito era hacer visible la realidad de centenares de muchachos que acaban de nuevo en México o en otras partes del mundo", explicó Pitts, que regresó al concurso en la Berlinale tras competir en 2006 y en 2010 con "Zemestan" y "Shekarzi", respectivamente.
"Soy Nero" es una coproducción germano-francesa-mexicana y única cinta a concurso en esta 66 edición de la Berlinale con participación de América Latina.
rad