Las grandes masas de público cinematográfico, considera Alejandro González Iñárritu, se encuentran a dieta con hamburguesas McDonalds, en donde se dejan de lado las películas hechas por los chefs que elaboran platos hermosos y exquisitos.

El ganador de tres premios Oscar por su cinta Birdman, señala que la actual industria sólo tiene productos de entretenimiento, dejando sin salida a otros interesantes, procedentes de diversas partes del mundo.

“Mi entusiasmo ha estado desfalleciendo (por ver cine), no muerto, pero sí a la baja, sobre todo por el tipo de cine que se está haciendo; la gente no puede paladear grandes platos hermosos y cosas exquisitas, es como si en los restaurantes el 89 por ciento fuera hamburguesas”, subrayó.

González Iñárritu estuvo presente en la presentación de la Iniciativa Artística Rolex para Mentores y Discípulos, en donde, por un año, alguien reconocido de las artes toma como “alumno” a una joven promesa de su área.

Tuvo a su cargo al israelí Tom Shoval, a quien invitó a presenciar el proceso completo del largometraje The revenant (El renacido, en español), desde la búsqueda de locaciones hasta la edición final, protagonizada por Leonardo DiCaprio, que estrenará en 2016.

“Los jóvenes de hoy se enfrentan a una industria que ha convertido al cine en un producto de entretenimiento, como una hamburguesa predecible para que no haya ninguna inconformidad; que el cine sea un medio de expresión personal, individual, única, se ha convertido en un problema serio, no hay salas de exhibición para eso, es difícil observar el punto de vista (por ejemplo) de un director israelí porque la industria está acaparada por un mercado al que sólo le interesan las franquicias”, subrayó.

El realizador está por presentar en México The revenant , basada en hechos reales. Se sitúa en 1820 donde un hombre, atacado por un oso y herido, tiene que sobrevivir en el bosque con sus propios medios.

Maestro y alumno. Vestido todo de negro, incluidos los zapatos tenis de donde sobresalía una plataforma blanca, El Negro escuchó atento las experiencias de los demás mentores, entre ellos el escritor canadiense Michael Ondaatje, el coreógrafo ruso Alexei Ratmansky y la compositora finlandesa Kaija Saariaho.

“Espero que al menos (Tom) vea como no hacer las cosas”, bromeó el director, al referirse a la experiencia que pudo llevarse su alumno.

“Cuando me ofrecieron ser mentor estaba aterrado, porque nunca he enseñado o dado clases, creo que ni a mis hijos a comer (risas), cuando acepté pensé que, más que enseñar, era compartir”, apuntó. “Si la pregunta es qué aprendí yo de Tom, bueno, es un maestro de cine por ser cinéfilo y mantiene un entusiasmo y mirada pura al cine, con un entusiasmo que yo he perdido a lo largo de los años, es el costo quizá de mi oficio; cuando veo cine es como ser un mago que se sabe los trucos y no me pierdo en la magia; platicando con él me volvió a conectar con ese entusiasmo de cuando era más joven, renovarme y reconciliarme con mi trabajo”, recalcó.

Detalló: “Lo que hice fue enseñarle la ropa sucia que nunca se enseña y es difícil, como artista tienes un proceso donde el producto final trata de esconder las fallas porque el proceso es difícil y es ahí donde aprendes.

“Sin ningún pudor y vergüenza alguna, Tom pudo ver este proceso mío, de ver cómo perdiéndote, encuentras las cosas y buscar como condición tiene el perder de alguna forma.

“Fue hermoso hacer una película con la curiosidad de la mirada de un cineasta joven cuyos comentarios me hacían reflexionar sobre mi proceso, lo cual nunca hago, y fue una renovación, el que aprendió más fui yo”.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses