Madrid.— Hasta el momento ningún productor mexicano ha sido envuelto en el presunto fraude millonario que investiga la sección de Delitos Económicos de la Fiscalía de Madrid.

Durante años, de acuerdo con la información inicial, productoras españolas falsearon cifras para recibir más ayuda del Estado en forma de subvenciones y, en lugar de aportar el número real de espectadores a sus filmes, lo aumentaban para recibir más dinero del Ministerio de Cultura.

Las subvenciones se dan teniendo en cuenta el presupuesto de la película, su recaudación y asistentes.

Para acceder a ellas es necesario que haya un mínimo de 60 mil asistentes, cuando son en habla castellana.

La Fiscalía está investigando a dueños de las salas de cine, pero también a productores y distribuidores.

Hay nombres conocidos en el mercado ibérico como Enrique González Macho, ex presidente de la Academia de Cine y quien hace dos años cerró su productora y el productor Gerardo Herrero de la empresa Tornasol, que ha puesto en marcha coproducciones como la ganadora del Oscar, El secreto de sus ojos.

Mexicanos como Bertha Navarro (El laberinto del fauno) e Inna Payán (Todos están muertos) que trabajan con España, no han sido mencionados.

Ramón Colom, presidente de la Confederación de Productores Audiovisuales Españole, fijó postura a través de un comunicado.

“Según la información de la que disponemos, no hay ninguna sentencia firme condenatoria. No nos corresponde a nosotros abrir juicios sobre estos hechos”, apuntó.

“Como no puede ser de otra manera, aceptaremos las decisiones que, en su momento, puedan tomar los tribunales. De todas formas, consideramos que se trata de casos puntuales que no pueden extrapolarse a toda nuestra industria”, expresó.

Qué pasa. Las salas de cine están obligadas a proporcionar los datos de recaudación y espectadores al Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA), dependiente del ministerio de Cultura.

Los productores mentían con el número de asistentes en las proyecciones y ordenaban a la distribuidora que comprara entradas sin espectadores, para cumplir el cupo.

Según el diario El País hubo casos como la película De mayor quiero ser soldado, que tuvo un asistente, pero en el informe se daban cuenta de 132.

Con información de Ana Anabitarte

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