El cineasta afirmó hoy que se sentía "muy feliz" después de conocer que y recordó que hace cuatro décadas ya se declaró culpable y cumplió su pena por abuso sexual de una menor, "por lo que el caso está cerrado", dijo.

"Estoy satisfecho de que el caso haya llegado a su fin, por fin puedo respirar tranquilo", señaló a los medios locales Polanski, quien se encuentra hoy en Cracovia, donde un tribunal local denegó la solicitud de extradición presentada por las autoridades estadounidenses.

El director de cine explicó que sus problemas con la Justicia le han costado tanto a él como a su familia "muchos desvelos, mucho trabajo y mucha salud".

Antes, el presidente del tribunal de Cracovia competente en este proceso, Dariusz Mazur, había declarado que, según la legislación polaca, la extradición del director de cine no es procedente, aunque la decisión puede ser apelada en los próximos siete días ante un tribunal superior.

Las autoridades estadounidenses reclamaron a Roman Polanski en enero de este año, después de tener conocimiento de que el cineasta había abandonado su residencia en París y se encontraba temporalmente en Cracovia, su ciudad natal, para preparar el rodaje de una película sobre el caso Dreyfus.

Polanski, de 83 años, no estuvo hoy presente durante la vista por "razones emocionales", explicó su abogado, Jan Olszewski.

El cineasta se declaró culpable en 1977 de un delito de abuso a menores tras mantener relaciones sexuales con Samantha Geimer, que entonces tenía 13 años.

Tras pasar 42 días en prisión fue puesto en libertad bajo fianza, lo que aprovechó en 1978 para huir de Estados Unidos ante el temor de que el juez le impusiese una condena severa.

Aunque el cineasta llegó hace años a un acuerdo económico con Geimer, quien retiró todos los cargos, el pasado diciembre un tribunal de Los Ángeles rechazó la petición de su defensa para cerrar definitivamente el caso, lo que le impide en la práctica pisar EEUU.

rqm

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