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El realizador australiano-mexicano Michael Rowe completa con "Early Winter" una "trilogía sobre la soledad y el aislamiento cultural", una película presentada hoy en la sección Jornadas de los Autores, del Festival de Venecia, y de la que habló con Efe.
Tras "Año bisiesto" (2010) -con la que ganó la Cámara de Oro de Cannes a la mejor ópera prima- y "Manto acuífero" (2013), Rowe decidió volver a su lengua natal, el inglés, y situarla en un Québec que le recuerda a Australia por su aislamiento.
Porque además la idea de la película surgió cuando un amigo de Québec le contó el aumento de las depresiones en esa región al acabar sus terribles inviernos.
Eso, unido a la especial relación que el realizador tiene con los asilos de ancianos -su madre y su hermano han trabajado en ellos-, le hizo desarrolla la historia de David (Paul Doucet), un trabajador en uno de esos centros, casado con Maya (Suzanne Clément), una rusa con la que tiene muchos problemas de comunicación.
Una película con pocos diálogos, muchas miradas y un gran espacio para la imaginación del espectador.
"No me gusta tratar a la audiencia como si fuera estúpida y una de las mejores formas de hacerla participar es que les haga pensar", explica este realizador de 44 años que llegó en 1994 a México, donde se instaló y consiguió la nacionalidad, y que se considera tan mexicano como australiano.
"Como cineasta soy mexicano", afirma convencido y explica que durante años escribía historias que no conseguía que filmaran, por lo que se convirtió en director "en defensa propia", bromea.
De una generación a la que pertenecen Carlos Reygadas, Amat Escalante, Fernando Eimbcke, Michel Franco o David de Pablos, Rowe considera un lujo que puedan hacer un cine intenso y poco comercial.
"Es un lujo que la generación de (Alfonso) Cuarón, (Alejandro) González Iñárritu y Guilermo (Del Toro)no tuvo. Ellos tuvieron que salir de México porque no había industria mientras que nosotros podemos seguir comiendo de esto".
Por eso profundizan en temas que quizás no son atractivos para la audiencia pero que ponen el dedo en la llaga de problemas sociales que afectan a todo el mundo.
Son películas íntimas y profundas y habitualmente dramáticas. "El melodrama lo tenemos en el gen", bromea Rowe, antes de agregar: "tenemos una vocación un poco hacia lo dramático, por no decir lo melodramático".
Pero lo que quiere con sus películas es comunicarse con la gente para precisamente "salir del aislamiento y la soledad" que dominan sus historias.
"Estar aquí, en Venecia, es una afirmación de que sí lo logré, que la gente lo entiende", afirma pausado y sonriente.
Una participación en la sección más independiente del Festival, en la que también están otras tres películas latinas: "La memoria del agua", del chileno Matias Bize; la española "El desconocido", de Dani de la Torre, y la coproducción hispano argentina "Zonda, folclore argentino", de Carlos Saura, aunque fuera de concurso.
Y tras la primera proyección de su filme está satisfecho con la respuesta del público -"casi el cincuenta por ciento de los que fueron se quedaron al debate"- y, sobre todo, con la buena acogida al trabajo de los actores.
Rowe trabaja muy cerca de los actores y les hace copartícipes de la creación para implicarles más en la historia.
En el caso de "Early winter", eligió primero a Paul Doucet, que le fue sugiriendo el nombre del resto del reparto.
Porque como demuestra su película o su vida entre Australia y México, "uno no puede controlarlo todo".
cvtp