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Los últimos seis meses han sido trepidantes para Michel Franco. En febrero, su producción 600 millas ganó en la Berlinale; mayo le significó la Palma de Cannes a Mejor Guión por Chronic (filme que también dirigió), y la semana pasada, se dio a conocer que Desde allá, cinta que produjo, competirá en el Festival de Venecia.

Nunca un mexicano había logrado estar en los tres festivales más importantes del orbe con proyectos distintos. Además, ahora Franco ya puede vivir, aunque sea modestamente, del cine.

Sus primeras cintas como director, Daniel y Ana y Después de Lucía, también ganadora en Cannes, así como A los ojos, por estrenar el próximo año, le obligaron a poner de su bolsillo.

Fue hasta 600 millas, protagonizada por Tim Roth y dirigida por su socio Gabriel Ripstein (hijo de Arturo Ripstein, realizador de El lugar sin límites y El evangelio de las maravillas), hecha en 2014, que recibió un cheque en forma por su labor.

“Todo lo logrado este año es porque trabajé más de 10 años, muy revolucionado y obsesionado por hacer cine.

“Me gustaría filmar, si pudiera, una película cada año; este 2015 es un resultado de esos 10 años de mucha preparación junto con Gabriel (Ripstein) y Lorenzo (Vigas, el director de Desde allá). ¡Es una locura!”, dice horas después de su llegada a México, tras casi tres meses en el extranjero.

Este año, después de estar en Cannes se pasó a Tel Aviv, Israel, donde recibió un homenaje. Allá terminó de escribir su siguiente película, de nueva cuenta en el género de drama. De regreso a México, comenzó a checar que todo esté listo para Venecia y el estreno de 600 millas y Chronic, ambas protagonizadas por Tim Roth. Nada mal para un cineasta autodidacta que apenas tomó un curso en Estados Unidos, pero que básicamente aprendió viendo los making off incluidos en los DVD.

¿Se puede vivir de dirigir cine?

—Creo que no. Yo ahora puedo pero por la combinación de ser productor, escritor y director. El año pasado produje cuatro cintas y ya escribí la siguiente, si encadenas de ese modo, siempre hay un cheque por cobrar, pero no trabajo de manera compulsiva por ello. Por Daniel y Ana no cobré nada, incluso tuve que invertir; A los ojos se hizo del mismo modo; a Después de Lucia la batearon de todos los fondos y al final la produjimos con el 15% de lo que supuestamente se requería. Nunca daré esas cifras porque es subjetivo pero hasta ese momento mis películas eran milagros, era de ver cómo hacerlas... y de cobrar, ni hablar. La primera que cobré fue Chronic el año pasado, y como productor, la de 600 millas, cuando (cobrar) ya era a fuerza. Por 10 años hice publicidad.

¿Te cotizaste mejor como publicista gracias a los premios?

—La verdad, soy malo; ya no he dirigido comerciales por falta de tiempo.

Dicen que un escritor es un ser solitario porque debe esperar a que le llegue la idea, como director ¿cuándo te has sentido solo?

—Cuando te das de topes con la pared porque no logras levantar la película y la gente comienza a renunciarte o no ser su prioridad; cuando actores me han rechazado después de un call back, claro, eso me pasaba al principio, ahora ya tienen más disponibilidad.

Sabemos que difícilmente un director es reconocido en la calle, ¿es tu caso?

—Si me comienza a cansar (que me reconozcan), todo se resuelve con ir a la peluquería. Apenas anoche la chica de migración me preguntó: ¿tú eres cineasta, verdad?, pero creo fue por el pelo que me lo dijo (risas).

¿Vale la pena estudiar cine?

—La única respuesta válida, creo, es que quien va a hacer cine lo hará con o sin escuela, con o sin dinero. Por más que su papá sea director y tenga a los actores, si no lo es, no pasa nada. Y uno no se puede proclamar director hasta tener cinco o seis películas, es cuando lo entiendes de manera amplia.

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