La obsesión de las superproducciones por apabullar a la audiencia ha llegado a su máxima expresión con la nueva entrega de Los Vengadores, una película que desborda acción, velocidad, personajes y confusión, en un tecnológico y brillante envoltorio.
"Avengers: Age of Ultron" es la segunda aventura conjunta de unos personajes de Marvel que en la mayoría de los casos ya campan por sí solos.
Pero si los seis originales -Iron Man (Robert Downey Jr.), Captain America (Chris Evans), Thor (Chris Hemsworth), Hulk (Mark Ruffalo), Black Widow (Scarlett Johansson) y Hawkeye (Jeremy Renner)- más el malo de turno no eran suficientes, en esta nueva entrega se añaden más personajes principales y muchos más secundarios.
Los más novedosos de esta película que llega a los cines de todo el mundo, los mellizos Maximoff (Wanda y Pietro) y Vision, a los que se unen las participaciones de Nick Furia, War Machine, Maria Hill, Erik Selvig, Heimdall o Peggy Carter, por citar solo unos pocos.
Los malos también se multiplican -Ultron y el barón Strucker- y la acción se enriquece y acelera, si eso es posible, con nuevas armas, nuevos poderes y nuevas batallas, aunque en lo que se refiere a luchas, lo mismo da una película que otra.
Todas las historias de superhéroes repiten el esquema de narración y de guerras. Una amenaza se cierne sobre la Humanidad, los superhéroes salen a defender a la Tierra (que incluso desde el espacio es siempre la víctima débil) y, tras unos comienzos titubeantes, acaban por imponer su fuerza bruta y sus valores morales.
Así que cada vez con más frecuencia, la única novedad en este subgénero de las películas de acción, es la estética por encima de la historia.
Aunque en esta ocasión tratan de mostrar un lado más humano o doméstico a través de la familia de Hawkeye o del acercamiento entre Hulk y Black Widow, lo que quieren los espectadores es acción y peleas y eso es lo que obtienen.
Ni siquiera la vulnerabilidad de los superhéroes en forma de sueños robados distrae la atención sobre lo que la película realmente ofrece: interminables batallas en las que cada uno de los protagonistas tiene su momento de esplendor y victoria.
Pero entre tantos momentos de personajes principales, secundarios o episódicos, la confusión impide disfrutar de esas batallas anheladas, porque en las casi dos horas y media de metraje apenas hay espacio para respirar.
Y aunque hay escenas realmente divertidas -el enfrentamiento entre un gigantesco Iron Man y un iracundo Hulk es sin duda la mejor-, la irregularidad del tono de la historia impide que se muestre como unidad.
Es más una sucesión de escenas individuales, de batallas, de momentos, que preparan al espectador para que desee ver las siguientes películas de la factoría.
Ya hay otras dos películas de los Vengadores en preparación, una de Captain America y otra de Thor, solo en lo que se refiere a los héroes de este grupo, pero no hay que olvidar a los X-Men o a Spider-Man, todos ellos del universo Marvel.
Mientras los espectadores sigan respondiendo y acudan en masa a los cines, hay superhéroes para rato.
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