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La fama que el actor y cantante mexicano Pedro Infante generó durante sus 19 años de trayectoria artística, de 1938 a 1957, le trajo varios escándalos que marcaron su vida, incluso después de su muerte.
Su primer "ruido" personal lo hizo a los 17 años al convertirse en padre de Guadalupe Infante López, producto del romance que sostuvo con Guadalupe López, una joven sinaloense que era su vecina.
Tras el fallecimiento de Pedro Infante, nunca fue reconocida por los hermanos de él. Tampoco peleó por la herencia y prefirió alejarse de los reflectores para llevar una vida de bajo perfil.
El 30 de mayo de 1937, el artista conoció a María Luisa León Rosas, su primera y a la postre, única y legítima esposa.
El noviazgo no fue bien visto por los padres de ella, pues argumentaban que él no pertenecía a su clase social y que, además, era muy joven. María Luisa le llevaba ocho años.
Debido a la oposición de su familia, ambos se trasladaron a la Ciudad de México y aunque ella lo apoyó en el inicio de su carrera como cantante, los días felices quedaron atrás cuando por medio de anónimos se enteró que él tenía otra mujer. Se trataba de Guadalupe Torrentera, bailarina del teatro Follies Bergere y quien contaba apenas con 15 años de edad.
Se enamoró de él desconociendo que era casado. De su relación amorosa nacieron: Graciela Margarita (1947), quien murió antes de cumplir los dos años; Pedro (1950) y Guadalupe (1951).
Aunque Pedro Infante mantuvo romance con varias mujeres, los estudiosos de su vida y obra afirman que, durante mucho tiempo, María Luisa fue la mujer más importante de su vida y él pasaba largas depresiones cuando se separaban debido a las giras de trabajo del intérprete.
El 10 de marzo de 1953, en Mérida, Yucatán, el llamado “Ídolo de México” contrajo nupcias con la actriz Irma Dorantes, pero sin haberse divorciado de María Luisa León, por lo que el hecho se convirtió en un escándalo entre el medio artístico.
María Luisa denunció que en una supuesta acta de divorcio de 1951 en Tetecala, Morelos, Pedro falsificó su firma, por lo que ésta no era válida. El 9 de abril de 1957, en la Suprema Corte de Justicia, logró impugnar el matrimonio de él con Dorantes al conseguir un amparo a su favor.
La noticia fue de ocho columnas en los principales periódicos del país, pues la nulidad obligó que Infante viajara de urgencia a Mérida para aclarar los hechos.
En el tema de los hijos, después de muerto aparecieron más de 40 hombres y mujeres asegurando que él era su padre, pero en vida solo reconoció a cinco biológicos: Guadalupe Infante, Graciela Margarita, Pedro y Guadalupe Torrentera e Irma Infante. Dora Luisa fue la sobrina que adoptó.
Otro escándalo se suscitó cuando en 1952, el productor Antonio Matouk, su mánager, aseguró que el artista ganaba tres veces más que Mario Moreno “Cantinflas”. Se decía que por cada presentación musical percibía unos 20 mil pesos y filmaba más historias que el famoso mimo.
En el terreno cinematográfico se dijo que Pedro Infante protagonizó junto con Luis Aguilar, la primera película mexicana de temática gay: “A toda máquina”, en 1951, y su secuela “¿Qué te ha dado esa mujer?” (1951).
“Todo el tiempo se están celando cuando hay una mujer de por medio y se lo pasan echándose miraditas. Cuando están en la Arena México compitiendo y se voltea la ambulancia, nada más falta que se den un beso. Quizá lo hicieron inconscientemente o no”, declaró hace diez años Alfredo Guddini, crítico de cine y televisión.
Una de las grandes pasiones del intérprete de “Amorcito corazón” fue la aviación. Sufrió tres accidentes. El primer percance sucedió cuando volaba por Guasave, Sinaloa, una avioneta monomotor Bellanca Cruisair con matrícula XB-DIB. El avión que pilotaba se estrelló y debió ser atendido por una herida en el mentón.
El segundo incidente fue más grave. Ocurrió el 22 de mayo de 1949 en Zitácuaro, Michoacán, cuando piloteaba una avioneta tipo Cessna T-50 proveniente de Acapulco, e iba acompañado de Lupita Torrentera.
Infante sufrió una severa lesión en la cabeza, desde la parte media de la frente hasta la oreja izquierda. Incluso, perdió la audición en un oído. Fue intervenido de manera quirúrgica a fin de colocarle una placa de platino en la frente y misma que sirvió para identificar su cadáver el día en que perdió la vida.
Su rostro cambió e incluso, se tuvo que confeccionar un bisoñé para que siguiera trabajando, pues tenía pendientes varias películas. Fue en ese tiempo que quedó expuesta la doble vida amorosa del actor.
Después de este accidente se convirtió en un hombre deportista, pues los médicos le habían diagnosticado diabetes, por lo que todos los días se le veía corriendo y remando en el bosque de Chapultepec.
Poco después se ejecitaba en el gimnasio que instaló en su casa de Cuajimalpa.
Pedro Infante murió el 15 de abril de 1957 en Mérida, Yucatán, víctima de un accidente aéreo.
Junto con él perdieron la vida otras tres personas: el piloto Víctor Manuel Vidal Lorca, el mecánico Mariano Bautista y Ruth Rossel, quien tendía ropa en el patio de su casa, donde cayó el avión.
También murieron dos perros de raza mastín y un chango que regalaría a sus hijos y a Irma Dorantes. Se constató además, que la nave tipo Xa Kun cargaba bultos con pescados y telas.
La suerte del artista ya estaba echada, pues el 14 de abril intentó viajar en línea comercial a la Ciudad de México pero no encontró boleto. Se dijo, incluso, que un periodista de la revista española “Mañana” retrató sus manos y le vaticinó un fatal accidente.
Los motivos de la tragedia no se pudieron esclarecer, lo cierto es que a su muerte se le calculó una fortuna de aproximadamente 10 millones de pesos, aunado a los bienes materiales que poseía.
Poco después, apareció un hombre de aspecto vagabundo que aseguró ser el verdadero Pedro Infante. Dijo que durante mucho tiempo estuvo escondido porque había sido brutalmente golpeado y amenazado de muerte.
Con versiones similares se presentaron más “Pedros Infante”. Alguno dijo que inventó su muerte porque estaba cansado de la fama y buscaba paz; incluso hubo versiones que aseguraban que el protagonista de “Nosotros los pobres” había quedado desfigurado de la cara y sin alguna extremidad de su cuerpo, por lo que prefirió vivir en el anonimato para que nadie sintiera lástima por él.
Un día después de la tragedia, infinidad de personas acudieron al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México para recibir los restos del ídolo. Representantes de la Asociación Nacional de Actores (ANDA), liderados por su entonces secretario general, Rodolfo Landa, trasladaron el ataúd al Teatro Jorge Negrete para rendirle un homenaje póstumo.
Al día siguiente, el diario El Universal cabeceó: “Doña Cuquita, madre del desaparecido, al recibir la noticia sufrió dos síncopes”. “Desgarradora pena de los parientes; miles de personas llegaron para acompañarlos en el dolor”.
Rodeado por 40 motociclistas, el cortejo fúnebre partió rumbo al Panteón Jardín, y le siguió una larga fila de automóviles y camiones repletos de coronas y arreglos florales. Durante todo el camino, desde la ANDA, por Reforma y los Estudios San Ángel Inn, hubo una valla humana que lloraba su partida.
El sepelio fue un caos debido a que, según los diarios, asistieron más de 100 mil personas y fue imposible controlar la seguridad, por lo que hubo desmayados y gente golpeada.
Al momento de ser sepultado, el mariachi entonó temas como “Amorcito corazón” y “Mi cariñito”, mientras que Irma Dorantes se despojaba de un crucifijo y lanzándolo al fondo de la fosa, expresó: “¡Vida mía, tú me lo diste, llévalo contigo!”.
Tras su muerte aparecieron innumerables personas que también aseguraban ser sus hijos y presumían su enorme parecido con el ídolo de Guamúchil. Así fue el caso de Cruz Infante, quien también emprendió una carrera como cantante, pero en 1987 murió en un accidente automovilístico.
En 1991, en el Palacio de Bellas Artes, se expuso una imagen que mostraba desnudo al actor y bañándose.
Hay dos versiones acerca del origen de la foto: una asegura que es original de su sobrino, Guillermo López Infante y se la tomó en el patio de su casa de Mérida; la otra es que la captó su hermano Pepe Infante, quien además presumía tener toda la secuencia desde que se despojó de su ropa hasta que se enjabonó.
Entre otros escándalos, corrió el rumor de que el espíritu de Infante deambulaba por las instalaciones de Discos Peerless de la Ciudad de México, sobre todo en el estudio donde durante 14 años grabó la mayoría de su repertorio musical.
El cantante Manuel Mijares, quien hizo el ensamble de su voz en el disco “Querido amigo” (1996), en homenaje a Pedro, comentó que ocurrían cosas extrañas durante la grabación. Por ejemplo, “se cayó un cuadro, se movió la mesa, se iba la luz o no se escuchaba la voz de él”, confesó al presentador Raúl Velasco en “Siempre en Domingo”.
A 60 años de su muerte y casi 100 de su natalicio, Pedro Infante continúa presente en el corazón y los recuerdos del público y de sus miles de admiradores que ven en él al máximo ídolo mexicano, sólo por debajo de Benito Juárez, según una investigación del programa “El gran mexicano” de History Channel en 2010.
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