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No importa si con cerveza o tequila, lo importante es beber mientras se canta "Amorcito corazón" imaginando que "La Chorreada" los escucha.
Eso piensa Rodrigo, quien ha llegado desde hace una hora al Panteón Jardín con sus amigos del trabajo para recodar a Pedro Infante en su 60 aniversario luctuoso.
"¡Gustan una!", dice a quien se le queda viendo, siendo recriminado en broma por los demás, pues no alcanza la "chela".
Así como él, por lo menos hay otros 15 grupos sentados sobre las tumbas o de plano ya en alguno de los pasillos que conducen al lugar en que descansas los restos del cantante y actor.
Ahí, al costado de un mausoleo de militares, según se lee en los nombres de las placas, hay cantantes a unos 15 metros uno del otro, interpretando "Cien años " o "Yo no fui", sonriendo al público que cambia casi al instante.
Don Ramiro tiene 75 años y llegó desde Ixtapaluca, Estado de México, para conocer a Lupita Infante, la hija de su ídolo, a la que le pide como favor tomarse una foto con él.
"Le dije que tenía un gran papá, ella me dijo que gracias por todo", dice poco después.
Una carpa colocada a 20 metros de la tumba y decenas de sillas, sirven para escuchar a cantantes con mariachi que desfilan como si fuera un concierto. Pocos se paran de su lugar y quienes están en pie, tampoco se mueven.
La vendimia tampoco y ya hay quien ofrecía una colección de cuatro cd "probados" en 150 pesos, 100 menos que cuando llegó.
"¡Ya quiero irme al fut!", dice el comerciante.
La fiesta en recuerdo de Pedrito, que de vivir tendría 99 años, continúa.
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