Crece la demanda de asilo de miles de inmigrantes centroamericanos principalmente en Tijuana, California y también Texas. Crece exponencialmente el rechazo del Presidente de Estados Unidos, limitando el asilo a los miles que lo buscan a través de una orden ejecutiva pero sin cambiar las leyes que garantizan la posibilidad de solicitarlo, habiendo ingresado con o sin papeles. El rechazo a la migración es claro, explícito, lo fue durante toda la campaña de las elecciones intermedias. Y es más violento con la militarización de la frontera con 5,900 soldados para evitar el ingreso de quienes buscan asilo, las tropas fueron enviadas a la frontera de manera prematura, pasaron semanas esperando la llegada de las caravanas, habiendo sido utilizada la medida con objetivos electorales internos, atizando odios y generando miedos. Cercos gigantescos con alambres de púas y cierres durante algunas horas en distintos puntos de la frontera son ahora parte del objetivo de “garantizar la seguridad” como si quienes buscan asilo fueran un peligro.
Con las grandes caravanas de inmigrantes centroamericanos, se quebró la política migratoria de México que durante años intentó contener la inmigración directamente y dejó librados a su suerte a miles de inmigrantes en manos de polleros, criminales, violadores, extorsionadores, asesinos, traficantes de personas. El INM no los acogió en refugios sino los detuvo en especie de centros carcelarios. Las caravanas se organizaron precisamente con el fin de garantizar la seguridad de quienes las integraban a lo largo de alrededor de tres mil kilómetros de trayecto hasta la frontera con Estados Unidos. El Instituto Nacional de Migración jugó un lamentable papel contra quienes pretendían huir de la violencia y el hambre en Honduras, El Salvador y Guatemala y llegar a la frontera con EU. La migración de mexicanos, descendió en los últimos años, llegando a un nivel que podría llamarse cero, entre quienes migran a EU y quienes regresan a México. Las caravanas probaron que no podían ser frenadas y desintegradas ni en la frontera entre Guatemala y México.
El gobierno de Donald Trump, decidió reducir la inmigración mediante el uso de la fuerza. En primer lugar, ha estado presente la construcción de un muro (que no se construye) que cierre totalmente la frontera con México para controlar la inmigración. Los muros construidos en el gobierno de Clinton fueron y han sido un fracaso. Y ahora frente a las caravanas de inmigrantes que llegan principalmente a la frontera con California y en forma menor en cuanto al número de solicitantes de asilo a la de Texas, se recurre a políticas extremas: cerrar fronteras con grandes cercos de alambres de púas, limitar el asilo e imponer el regreso de quienes migran a México y a sus lugares de origen, utilizando a 5,900 soldados.
La confusión y los desacuerdos internos son tales, que ha habido ásperos debates y forcejeos internos para limitar el asilo y abrir el uso de la fuerza letal de las armas contra los inmigrantes. Mientras el Ejecutivo ordena que los militares defiendan a los integrantes de la Patrulla Fronteriza y a los funcionarios de migración y aduanas, utilizando las armas contra los inmigrantes que puedan representar un peligro. El Secretario de la Defensa se resistió porque la ley prohíbe a los militares utilizar la fuerza letal dentro del territorio estadounidense, salvo casos de amenazas graves. Y James Mattis afirmó que no ordenará ninguna acción que no esté avalada por la Constitución y las Leyes. El Presidente se impuso sobre el jefe de gabinete Kelly la Secretaria de Seguridad Interior, Nielsen.
La frontera con México permanece militarizada. Lo que es, en cualquier frontera y en cualquier lugar del mundo considerado una acción hostil contra el país vecino, en este caso una acción hostil contra México. Afortunadamente, el INM será presidido en el próximo gobierno por Tonatiuh Guillén y lo previsible es que habrá un cambio de política migratoria con Alejandro Encinas en la Subsecretaría de Derechos Humanos, de la Secretaría de Gobernación.
Adicionalmente en la relación México-EU la interdependencia obligaría a tener enfoques mayormente sensatos. México tiene más de 3,000 kilómetros de frontera con EU, pero sobre todo, tiene una frontera en la que hay una enorme cantidad de intercambios de todos tipo, laborales, estudiantiles, comerciales, económicos, culturales, históricos… Existen a lo largo de la frontera 14 ciudades hermanas llamadas así por el intercambio y la estrecha relación entre las mismas. Las ciudades a uno y otro lado de la frontera no podrían vivir sin la interrelación permanente, son interdependientes. Además de las ciudades podemos hablar de regiones. No hay frontera en el mundo con mayores intercambios e interdependencia que la de México con Estados Unidos. Fortalecer entendimientos, relaciones, intercambios, es lo que hay que reconstruir con la fuerza de los vecinos cercanos y la comprensión de las interrelaciones que fortalecen a ciudadanos binacionales, naturaleza, cultura, biodiversidad, recursos naturales, construcción de obras de infraestructura como presas y generadoras de energía eléctrica.
Otorgar licencia para matar al Ejército más poderoso del mundo, frente a un conglomerado humano pacífico, indefenso y gigantesco en busca de asilo es criminal. El rechazo de un juez de la Corte de Apelaciones de San Francisco que ordenó no limitar el asilo, como lo pretendía una Orden Ejecutiva, llevó a una ríspida discusión entre el Presidente Trump y el Presidente de la Suprema Corte, John Roberts, que respondió que no hay jueces de Obama, o de Clinton o de Trump, “lo que tenemos es un extraordinario grupo de jueces dedicados en su nivel a garantizar el derecho de quienes comparecen ante ellos. Un Poder Judicial independiente es algo por lo que deberíamos estar todos agradecidos.”
En el caso de la inmigración hacia EU, de las grandes caravanas no son el problema, se requieren soluciones políticas, sociales y económicas. ¿Qué responsabilidad tiene EU de la situación que vive Centroamérica? Esa es otra historia.
Periodista, analista internacional