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Fue un rotundo fracaso, en Hanoi, Vietnam, la segunda reunión de Washington con Pyongyang. No hubo ningún acuerdo entre Donald Trump y Kim Jong-un, más aún la reunión terminó con la abrupta salida de Trump y dos conferencias de prensa separadas, antes de que concluyera la agenda aprobada por las dos partes. El miércoles el encuentro se había colocado en un escenario internacional moderadamente optimista, pero desapareció en menos de 24 horas, cuando ambos mandatarios partieron hacia sus hoteles para dar conferencias de prensa por separado y se canceló la continuación del diálogo previsto e incluso la comida programada que ambas delegaciones deberían compartir.
No se puede soslayar el amplio marco en que se realizó la cumbre de Hanoi, con crecientes tensiones nucleares en el mundo. Hace unas semanas, el presidente Trump tomó la decisión de que EU abandonara el Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio firmado en diciembre de 1987 por los presidentes de EU, Ronald Reagan, y de la URSS, Mijail Gorbachov, que prohibía los misiles balísticos y de crucero con alcances de entre 500 y 5,000 kilómetros. Al salir EU del Tratado se reanuda la carrera armamentista con más peligros que en el punto más alto de la Guerra Fría, en los años 60 y 70 del siglo pasado. Hay también una situación crítica por el enfrentamiento militar entre dos países con armas nucleares: India y Pakistán, lo que representa también un peligro. Reafirmando la visión bélica del actual gobierno, el Vicepresidente Pence dijo: “No hay mayor fuerza de paz mundial que el arsenal nuclear de Estados Unidos”. Así apoyó la peligrosa decisión de Trump. La realidad que conoce Kim es que no hay mayor amenaza a la paz mundial y a la vida en el planeta que los arsenales nucleares: los mayores en Rusia y Estados Unidos. Al finalizar el INF, por sus siglas en inglés, también podrán actuar más libremente otros países nucleares. Todo ello no es ajeno al clima de desconfianza e incertidumbre para otros países nucleares, entre ellos, Corea del Norte. Mijail Gorbachov al firmar el tratado INF afirmó que “el acuerdo debe mantenerse si se quiere salvar la vida en la Tierra”. Con la actual política de EU podría iniciarse también la eliminación del tratado de contención nuclear entre EU y Rusia conocido como Start III que limita el número de ojivas nucleares de los dos países y cuya vigencia termina en 2021. Estas tensiones y la política bélica nuclear de Trump, hacen muy difícil o anulan cualquier negociación. La política, la diplomacia y el derecho internacional mueren.
Trump abandonó Hanoi, mal y de malas; regresó a Washington con las manos vacías. Kim logró por segunda ocasión que el presidente estadounidense se trasladara a Asia para reunirse con el líder norcoreano, pero no logró avanzar en la reducción de sanciones económicas ni en la perspectiva de poner fin con un Tratado a la guerra que cesó con un armisticio en 1953; el tema estuvo ausente. Por su parte, Corea del Sur tenía las mayores expectativas de iniciar el camino para poner fin, con un tratado, a la guerra que cesó con un armisticio en 1953 pero que formalmente mantiene a Corea del Norte y Corea del Sur en guerra. El presidente Moon Jae-In trabajó incansablemente con Kim Jong-un para mejorar la relación con Corea del Sur, en los meses de intercumbres.
Las moderadas expectativas en Hanoi desaparecieron sin avance alguno. Bueno, ni siquiera se firmó un documento que estableciera el compromiso por parte de Pyongyang de mantener el cese de pruebas nucleares y de misiles balísiticos, ni de Washington para congelar las maniobras militares con Corea del Sur. Washington esperaba algunos pequeños pasos hacia la desnuclearización de Corea del Norte “sin presionar demasiado”, pero careció de una estrategia de negociación: en vez de ceder, pretendió halagar a Kim e imponer. Pyongyang pretendía obtener por lo menos el inicio del fin a las sanciones que mucho afectan la economía del país, como una forma de fortalecer el diálogo con Washington. Ni siquiera se refrendó a través de un acuerdo firmado que Corea del Norte se comprometía a no reanudar las pruebas nucleares y de misiles balísticos que ya demostraron podrían alcanzar a territorio de Estados Unidos. Japón consideró que era el gran ausente, ya que las armas nucleares de Pyongyang lo harían el primer blanco. La supuesta capacidad negociadora de Trump se desplomó.
La decisión de Pyongyang de convertirse en una potencia nuclear viene de lejos: arranca en 1953 con Kim Il Sung, el abuelo, y finalmente la materializa Kim Jong-Un. Corea del Norte no renunciará a las armas nucleares, representan su mejor posibilidad de defensa; un ataque nuclear sabe ahora EU que podría ser respondido con otro. Desde 1953, Estados Unidos mantiene tropas en Corea del Sur, con armamento nuclear ahí y en la base militar de Guam a unos kilómetros del Corea del Norte. ¿Quién puede creer que Pyongyang va a renunciar a las armas nucleares que son su garantía de defensa? De no ser atacados, operaría la disuasión, ya que responderían con armas nucleares. Lo que no elimina que Pyongyang sea también una amenaza regional, en especial contra Japón. Lo es también el armamento nuclear de EU en Corea del Sur y en Guam? En Corea del Sur hay tropas de EU, alrededor de 28 mil militares muy bien armados, desde 1953.
Corea del Norte no abandonará sus armas nucleares. Como no lo han hecho Israel, Paquistán o India. Mientras no haya desarme y continúe la carrera armamentista, continuará la proliferación de armas nucleares. Estados Unidos tendrá que vivir con eso ahora en Corea del Norte. México, América Latina y el Caribe mostraron al mundo el único camino posible: con el Tratado de Tlatelolco, que desde su firma y entrada en vigor a fines de la década de los 60 y principios de los 70, mantiene a la región libre de armas nucleares. Ese es el único camino para acabar con la amenaza que pone en peligro la vida en el planeta.
Periodista y analista internacional