A lo largo y ancho de Estados Unidos 350 periódicos grandes y pequeños respondieron a los ataques del presidente Trump durante 18 meses, acusándolos por el simple hecho de hacer el trabajo que corresponde a los medios de publicar noticias falsa (cuando no le gustan) y de ser “enemigos del pueblo”. Algo que nunca antes se había visto, a pesar de etapas en las que hubo gran tensión entre el poder representado por el presidente y los medios. Ningún presidente en la historia de EU acusó a la prensa de ser enemigos del pueblo, en una guerra política declarada. Es cierto que compleja, tensa, intrincada ha sido en EU la relación entre el poder y una prensa fuerte e independiente sostenida en la Primera Enmienda a la Constitución de 1787que establece como parte esencial de la democracia la libertad de prensa.
Baste recordar tres o cuatro coyunturas: (1) la lucha por los derechos civiles a fines de los años cincuenta y sesenta cuando la televisión en EU comenzó a transmitir lo que acontecía con la discriminación a los afroamericanos y la dura represión con que eran golpeadas las pacíficas manifestaciones que exigían igualdad de derechos y no segregación racial. (2) la guerra de Vietnam y los Papeles del Pentágono, la radio, la televisión y la prensa escrita reportaron lo que acontecía en una guerra perdida para Estados Unidos en la que murieron decenas de miles de jóvenes. Los Papeles del Pentágono desenmascararon lo que el gobierno sabía y prolongaba su presencia en Vietnam lo que tenía elevados costos humanos y económicos en una guerra imposible de ganar. El New York Times publicó las filtraciones de documentos oficiales que mostraban que la guerra no se podía ganar, la Suprema Corte exigió que cesara la publicación bajo consideraciones de Seguridad Nacional,
El Washington Post, encabezado por Katherine Graham, tomó la decisión continuar la publicación de la información arriesgándolo todo. La Suprema Corte tomó otra resolución acorde con la Constitución y abrió la posibilidad de que continuara la publicación de la documentación filtrada. En aquel entonces, otros muchos diarios EU publicaron también la información de los documentos filtrados. Las manifestaciones contra la guerra se fortalecieron y contribuyeron a las negociaciones y la decisión de EU de retirarse de Vietnam.
(3) En los años setenta (1972) dos reporteros, Woodward y Bernstein del Washington Post hicieron una investigación sobre el espionaje político electoral conocido como Watergate que involucraba al presidente y que llevó al impeachment y a la renuncia del presidente Nixon. La directora del diario dio luz verde a la publicación de la información recabada. Y, sin embargo, en estas duras coyunturas el presidente Nixon nunca llamó falsa a la información que se publicaba tampoco dijo que el diario era un enemigo del pueblo. No fue fácil para los diarios y para sus directivos publicar la información, que no podían ocultar, su obligación estaba con sus lectores y los estadounidenses y con el país. Ese era el ejercicio de la libertad de expresión.
Hoy, tras la publicación de 350 editoriales en diarios grandes y pequeños en defensa de la libertad de prensa, nuevamente el presidente Trump redobla sus ataques a través de Twitter: “El hecho es que la prensa es libre para escribir y decir todo lo que lo que quieran, pero mucho de lo que dicen son noticias falsas, empujando una agenda política o sólo tratando de lastimar a la gente. La honestidad gana. Acusa a la prensa de ser partidaria. Pero tal vez lo mas grave es que de acuerdo con sondeos cuenta con el respaldo de cerca de la mitad de los que apoyan a los republicanos, según lo escribe Andrew Selee.
El Boston Globe propuso la semana pasada que se publicaran editoriales en los periódicos de EU para responder al unísono a la escalada de ataques. El Senado adoptó el jueves una resolución no vinculante afirmando el apoyo a la prensa libre y declarando que “la prensa no es el enemigo del pueblo”.
La prensa libre es un elemento que fortalece la democracia, el pluralismo de las sociedades, el civismo y el respeto al derecho de expresión, la libertad de informar. En México debe ponerse fin a las presiones políticas y económicas a los medios y a los periodistas, a los sobornos y a los chayotes, a los despidos de conductores o reporteros. Pero sobre todo es urgente poner fin al asesinato de periodistas e investigar los ocurridos, llegando hasta sus últimas consecuencias. En México hay no pocas y urgentes tareas pendientes.
Periodista, analista internacional