La propuesta migratoria del presidente Trump fue derrotada. Apostó al todo o nada y se quedó sin nada. Puso sobre la mesa una reforma positiva que contaba con el apoyo abrumador de la sociedad y la mayoría del Congreso en ambas Cámaras para regularizar la situación de los Dreamers dándoles seguridad de no ser deportados, permiso de residencia y camino a la ciudadanía a 1.8 millones. La propuesta tenía otra vertiente regresiva sin consenso suficiente acerca de la seguridad en la frontera, el Muro y la disminución radical de la inmigración legal. El presidente y una parte del Partido Republicano consideraban se aprobaría con los Dreamers como moneda de cambio. Trump exigió fuera aprobada en su totalidad, de inmediato, sin cambios, considerando que era mucho lo que estaba en juego con cerca de 800 mil Dreamers cuyo programa de protección, el DACA, anuló Trump a partir del 5 de marzo próximo.
Otra propuesta bipartidista encabezada por los demócratas se presentó en el Senado. Ambas propuestas coincidían en la protección a los Dreamers; en la bipartidaria encabezada por el líder demócrata del Senado, Schumer, se aceptaban otras propuestas de Trump con modificaciones: el Muro sí pero el financiamiento por 25 mil millones de dólares no lo recibiría de inmediato sino en plazos definidos, admitía una reducción de la inmigración legal pero buscando que no afectara mayormente la unificación familiar y la anulación de la lotería de visas, simplemente quedaba fuera de la reforma.
Todos pierden, pero indudablemente los que más pierden son los Dreamers, ojalá y sea sólo por ahora. El fracaso fue enorme para el Presidente Trump, con mayoría en ambas Cámaras del Congreso, porque su propuesta que requería 60 votos en el Senado para ser aprobada, sólo obtuvo 39 a pesar de que los republicanos son mayoría. La otra propuesta resultado de una negociación partidaria obtuvo 54 votos, no logró los 60, pero no estuvo cerca.
La derrota fue mayor porque el Presidente Trump se involucró en la discusión llamando a votar en contra de la propuesta bipartidaria, amenazando que de ser aprobada la vetaría, hablando y presionando a senadores republicanos para que votaran a su favor. Todos pierden, como también perdió la posibilidad de alcanzar acuerdos entre los demócratas y los republicanos negociando y cediendo para poder avanzar, perdió de nuevo el bipartidismo lastimado sustento de la política estadounidense por décadas y pilar de acuerdos para avanzar.
Fracasó por cuarta ocasión (2007, 2010, 2013 y 2018) una reforma de inmigración que arreglaba la situación de los Dreamers y abordaba otros temas controvertidos que dividen a ambos partidos entre los que aceptan la diversidad demográfica y los que le temen y buscan reafirmar hoy y para siempre la supremacía de los blancos estadounidenses. No hubo reforma porque la que presentó el Presidente no admitía cambios: todo o nada. Los costos de este fracaso recaen sobre la Casa Blanca que planteó una reforma híbrida progresista y antimigrantes que finalmente no pasó.
La gran interrogante ahora es ¿qué sucederá con los Dreamers?, ¿están en el limbo?, ¿por cuánto tiempo?, ¿se avizora el infierno? El Congreso se negó a que se discutiera primero ese tema y posteriormente se abordaran las otras propuestas de la Casa Blanca. Se negó y se abrió la puerta a la derrota de todos. Trump no acepta el bipartidismo.
Lo que viene es la búsqueda de salida para los Dreamers, que tendría que construirse en el Congreso, Trump no puede resucitar DACA después de haberlo cancelado. Por lo pronto, se inicia una batalla legal.
La Suprema Corte se reúne el viernes para abordar un par de apelaciones agresivas de los abogados de la Administración Trump en torno al llamado de Cortes menores para que se mantengan los derechos de los Dreamers y el aborto. Abogados de la Casa Blanca se burlaron del juez de San Francisco que bloqueó temporalmente el plan de la Administración de terminar con el DACA. Por primera vez, en más de 30 años la Suprema Corte revisará para rechazar la decisión del juez antes de que sea analizada por la Corte de Apelaciones. El juez de Distrito William Alsup estableció que el gobierno carece de base legal para terminar con DACA. Un segundo juez en Nueva York emitió una resolución similar el martes. Se argumenta que la protección de los Dreamers de ser deportados, su derecho a estudiar y trabajar son derechos adquiridos. La batalla legal apenas comienza.
Periodista y analista internacional