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Los efectivos de la Guardia Nacional en las frontera norte y sur deberán contribuir a disminuir la migración hacia Estados Unidos,
evitando los cruces indocumentados de las fronteras en su mayoría provenientes de Honduras, El Salvador y Guatemala, pero también de Haití, Cuba, India… En la frontera con Guatemala se pretende la documentación de quienes entran a territorio nacional, evitando que su objetivo sea llegar a Estados Unidos con deportaciones cuando se considere necesario o se acepte por quienes pretenden cruzar y evitando también el ingreso a territorio nacional por el río Suchiate o por otros puntos con poca o nula vigilancia. Los albergues o las instalaciones del INM son insuficientes para acoger a los migrantes por su tamaño y la falta de condiciones de salubridad mínimas. En la frontera con Estados Unidos, la tarea de la Guardia Nacional es convencer y evitar los cruces indocumentados por el río Bravo, el desierto o por otros puntos poco vigilados y por lo general de elevada peligrosidad, coadyuvando así con la Patrulla Fronteriza de EU. En ambos casos, el compromiso que México aceptó con EU, por primera vez en la historia, es disminuir la migración indocumentada.
Control migratorio, la experiencia de los años noventa,
cuando el gobierno del presidente Bill Clinton entre 1993 y 1995 inició en EU la construcción de muros y endureció el control migratorio con la Operación Bloqueo en Cd. Juárez-El Paso, la Operación Guardián en Tijuana-San Diego y la Operación Río Grande en Texas-Nuevo México. Todas fracasaron, no se redujeron los flujos migratorios que se desviaron hacia cruces peligrosos. Alrededor de 500 mil mexicanos se dirigían al Norte. Los operativos de control se definieron entonces como un abuso para controlar la frontera: de 1994 a 2001, las muertes relacionadas con el cruce por la frontera de California con México se incrementaron 500%. En Arizona crecieron 1,000%, lo mismo que en Texas. El gobierno de EU maximizó el riesgo pero no disminuyó la migración, los costos en muertos fueron enormes. El motivo de la migración en aquellos años fue esencialmente laboral, la demanda de trabajadores para la agricultura, la construcción y otras ramas productivas definía los niveles de migración. No está por demás recordar que la migración mexicana fue fundamental allá por 1920 para la construcción de los ferrocarriles; fue fundamental la mano de obra mexicana a través del Programa Bracero que sostuvo la producción agrícola para que en EU no hubiera hambruna durante la II Guerra Mundial. Durante el huracán Katrina, la mano de obra mexicana fue indispensable para la reconstrucción de Nueva Orleans…
EU condena la migración en busca de trabajo.
A pesar de que es un país construido por las distintas migraciones en distintos tiempos, como lo recuerda la Estatua de la Libertad. Hoy, Texas y California son los estados que tienen una mayor población migrante en EU y son, respectivamente, la quinta y onceava economías del mundo, ambos frontera con México y con el nivel más alto en la relación comercial con nuestro país. California y Texas fueron parte de México hasta la guerra de intervención de EU en 1846-1848, cuando México perdió más de la mitad de su territorio.
Difícil tarea la de 15,000 efectivos de la Guardia Nacional en la frontera MX-EU.
Su objetivo es evitar el cruce de migrantes a EU desde puntos poco vigilados y por lo general peligrosos: del río Bravo o del desierto las más de las veces. Su tarea es convencer. Así coadyuvan las fuerzas mexicanas con la Patrulla Fronteriza de EU para reducir la migración. Muchos son detenidos, otros mueren en el intento y pocos logran cruzar. La composición de esta nueva ola migratoria la hace más vulnerable: la mayoría son familias centroamericanas que huyen de la violencia y la pobreza, algunos son niños no acompañados, la mayoría en busca de algún familiar que ya se encuentra en EU. Para la GN es difícil disuadir a quienes intentan cruzar. Los migrantes están a un paso de lograr lo que se propusieron, después de un largo y difícil camino, al abandonar Honduras, El Salvador, Guatemala, Haití, Cuba o alguna ciudad de África o India. Están finalmente cerca del cruce, nada los convencerá de que pueden morir en el intento, lo volverán a intentar cuantas veces sea necesario.
Enfrentan los migrantes otra cara del horror: los centros de detención.
En el mejor de los casos podrán cruzar para presentar su solicitud de asilo tras la cual los regresarán al lado mexicano de la frontera para esperar una resolución afirmativa o negativa de sus casos. Tendrán que esperar en condiciones cueles e infrahumanas. Sólo en mayo, 144,000 personas fueron detenidas por la policía fronteriza CBP, sin suficiente espacio en los centros de detención, pero ahí están en improvisados espacios, apretujados e insalubres. La representante de la Cámara Baja, Alexandria Ocasio-Cortez, denunció la “crueldad sistémica” en que operan los centros de detención. Falta agua, hay hacinamiento y falta de espacios mínimos, de higiene, de alimentos, baños, retretes, camas, alimentación mínima necesaria, falta de medicamentos y atención médica, semanas sin duchas, madres separadas de sus hijos, familias desintegradas… El Departamento de Seguridad Interior (DHS) de EU advirtió riesgos enormes en los centros de detención en Texas. Los congresistas demócratas han denunciado las insostenibles condiciones de vida. La detención prolongada implica riesgos para la seguridad y la salud para los detenidos e incluso para los agentes de la DHS. La insalubridad y el hacinamiento pueden desembocar en epidemias.
Los niños y menores separados de sus padres.
Hacinados en centros, sin atención especializada, separados de sus padres, sin atención especializada alguna, con salubridad y alimentos insuficientes, faltos de agua, donde los mayorcitos se hacen cargo de los más pequeños. Les ayudan y los abrazan, todos sufren la separación y el trato cruel e inhumano que los dejará marcados de por vida. El drama continúa en celdas abarrotadas.
Solicitantes de asilo son retornados a México.
Una vez presentada la solicitud de asilo, los solicitantes son devueltos a México donde deberán esperar meses o años, uno o dos, hasta tener una respuesta positiva o negativa del asilo. Ese es el tamaño del acuerdo que México aceptó presionado con los aranceles a las exportaciones. Hasta hace algo más de una semana se informó que eran ya 15 mil los retornados. Desafíos enormes e inéditos para los estados fronterizos y para México.