Durante el evento de conmemoración del 81 aniversario de la Expropiación Petrolera, la Secretaria de Energía anunció la invitación a cuatro empresas internacionales para licitar la construcción de la refinería de Dos Bocas.

En su momento, el gobierno federal argumentó que las empresas mexicanas no tenían experiencia suficiente para la construcción de una refinería, incluso señaló que en México no se había construido alguna en los últimos 40 años.

El pasado 8 de mayo, se declaró desierta la licitación porque todas las empresas superaron entre 25% y 50% el presupuesto del gobierno de 8 mil millones de dólares, así como el tiempo de construcción máximo solicitado, el cual fue de tres años. Por ello, el gobierno decidió que Pemex haría la construcción.

Sin embargo, la mayoría de los analistas del sector coinciden en que la refinería de Dos Bocas costará mucho más de lo estimado por el gobierno, que no se podrá realizar en los tiempos contemplados y que será un proyecto que perderá dinero.

Moody’s Investors Service calculó que la refinería costará más de 12 mil millones de dólares y el Instituto Mexicano del Petróleo determinó que "sin ningún tipo de retraso, el costo de la refinería sería de 14 mil 740 millones de dólares". Por cierto, un costo superior al del Nuevo Aeropuerto Internacional de México en Texcoco (NAIM), que en su momento fue cancelado por considerarse muy oneroso, a pesar de que se podía financiar completamente por el sector privado.

En Dos Bocas todo será gasto público, dinero que el gobierno no tiene, por lo que tendrá que endeudarse y disminuirá la inversión en hospitales, médicos, personal de enfermería, medicinas, guarderías, combate y prevención de incendios forestales, programas sociales, escuelas y seguridad pública; todo lo anterior muy necesario para los mexicanos, pero sacrificable por una refinería.

Actualmente Pemex genera pérdidas por cada barril que refina, entonces, los 12 mil millones de dólares que se estima costará Dos Bocas van a generar pérdidas para México, mientras que el NAIM hubiera aportado 6% del PIB nacional, siendo más de lo que aporta actualmente el sector agropecuario o un porcentaje cercano a lo que aporta todo el sector de la construcción a nivel nacional, pero lo cancelamos, mientras que la aportación de Dos Bocas será negativa.

El Instituto Mexicano para la Competitividad, el IMCO, estudió la viabilidad financiera de Dos Bocas mediante la generación 30 mil escenarios, en los cuales variaban los márgenes de refinación, la inversión total, el tiempo de construcción y los gastos operativos del proyecto. En el 98% de los escenarios este proyecto perdería dinero.

¿Quién en su sano juicio le entraría a un negocio que tiene el 98% de probabilidades de perder?

Las principales razones por las que las refinerías no son un negocio deseable para México, son las siguientes:

Son proyectos que requieren mucho capital, un recurso que no le sobra al gobierno. Su costo final es impredecible, su rentabilidad depende en gran medida de los precios del petróleo, que son muy volátiles, y una refinería en pleno funcionamiento opera con muy poca mano de obra, mientras que en el país se necesitan muchos empleos.

A manera de ejemplo, en 2007 Petrobras concluyó una de las últimas refinerías construidas en América Latina. El presupuesto inicial era de 2 mil 700 millones de dólares, pero la volatilidad del proyecto la llevó a 17 mil millones de dólares. Si esto pasara en México, la refinería terminaría costando 50 mil millones de dólares, el equivalente a la mitad de la deuda de Pemex.

En México las refinerías pierden al año 100 mil millones de pesos debido a una mala administración, rezagos operativos y de infraestructura. De acuerdo con un reciente artículo de Luis Miguel González en El Economista, "las refinerías mexicanas tienen 10 veces más personal que las de Texas y costos superiores en 30% con relación a Colombia o Brasil". Mientras que estas condiciones no cambien en Pemex, y si es que cambian será un proceso de muchos años, el gobierno no debe invertir en la refinación, ya que implica una pérdida asegurada para el pueblo mexicano.

Además, Pemex es la empresa petrolera más endeudada del mundo y genera cada vez menos ingresos ante la contracción de la producción petrolera, por lo que el gobierno debería pensarlo muy bien antes de iniciar una inversión de la magnitud de Dos Bocas y con bajísima probabilidad de éxito, sobre todo cuando la producción de crudo genera dos o tres veces más ganancias que la refinación a nivel mundial. Por ello, Pemex debería enfocarse en extraer petróleo y no en refinarlo.

Muchos mexicanos apoyan Dos Bocas por un tema de soberanía energética. En principio, la autonomía energética es deseable, pero la manera de alcanzarla en el siglo XXI no es la misma que en 1980, hoy es a través de energías renovables y cumpliendo con nuestros compromisos para combatir el cambio climático. Antes de construir Dos Bocas, deberíamos explorar la extracción de gas natural, porque tenemos mucho en México y es el hidrocarburo menos contaminante.

Hoy, las refinerías en México operan al 40% de su capacidad. Sería deseable, primero, hacerlas eficientes, operables al 100 por ciento, y mejorar el almacenamiento de gasolinas en el país para tener reservas que duren semanas, en lugar de tres días ante cualquier contingencia. Hasta entonces, debiéramos de evaluar la conveniencia de Dos Bocas.

México ha vivido en las últimas semanas una crisis medioambiental con altísimos niveles de contaminación. Una buena parte de la contingencia se explica por los incendios, pero el restante es por la contaminación que generan la industria y la planta vehicular en diversas zonas metropolitanas del país.

Las épocas de crisis son épocas de cambios. En un entorno como el actual, donde el medio ambiente está comprometido, la temperatura global está subiendo por encima de los compromisos internacionales y la vida está en peligro, no podemos seguir actuando como antes.

¿Dónde están los jóvenes de México que creen en un desarrollo sustentable y amigable con el medio ambiente? Necesitamos que alcen la voz y se hagan notar.

A un mes de que entrara en funciones el actual gobierno, se devastó un polígono de selva y manglar con alto valor ecológico a lo largo de las 400 hectáreas que albergarán la refinería de Dos Bocas. Este hecho por sí mismo merecía una enérgica protesta por parte del pueblo mexicano, sobre todo de nuestros jóvenes, porque son los que más tienen que perder.

La refinería de Dos Bocas es un mal negocio para México y es un mal presagio para el medioambiente. En esta época donde los expertos son denostados y no tienen mucha credibilidad, utilicemos cuando menos el sentido común.

No hay duda, debemos apoyar a los estados del sur, pero si el gobierno va a invertir 12 mil millones de dólares en Tabasco, yo sugeriría que los invirtamos en algo que realmente les sirva a los tabasqueños. Mejor invertirlo en la nueva economía del conocimiento, eso sí es una medida progresista e igualadora de oportunidades. No esclavicemos al sur a una economía vieja y rebasada, mejor dotémoslo de las habilidades necesarias para competir y progresar en un mundo lleno de oportunidades que no debemos dejar pasar.

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